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Alianza Verde en cruzada contra comida rápida

Esta semana, la Alianza Verde tuvo la particular idea de pedir que el Plan Nacional de Desarrollo restrinja la comida rápida y las bebidas azucaradas en parques y colegios:

La Alianza Verde pidió reglamentar en el Proyecto del Plan Nacional de Desarrollo la publicidad, promoción, patrocinio, venta y comercialización de bebidas azucaradas y comida chatarra.

Es decir, aquella con alto contenido calórico, de sal, sodio, grasas totales, grasas trans, grasas saturadas, azúcares añadidos, refinados y libres, entre otros componentes que ponen en riesgo la salud pública.

La propuesta apunta a que en un año el Gobierno Nacional reglamente el acceso a estas bebidas y alimentos por parte de niños y jóvenes en colegios, universidades, parques, teatros y museos e instituciones públicas.

Ahh, los niños, la mejor excusa para ganar votos, prohibir cosas, imponer gustos y traer de vuelta soluciones medievales a las sociedades modernas. (No en vano, la demagoga profesional Gilma Jiménez, quien quería revivir la cadena perpetua, pertenecía a este movimiento/partido político.)

Y no es que yo quiera que los niños tengan mala salud, sino que el meme contra la comida rápida sólo es una moda políticamente correcta, que desafía los hechos:

Los ingredientes utilizados en la comida rápida son los mismos que se utilizan en los restaurantes finos y que consigues en un supermercado. Si estás hablando de [que tienen más] calorías, es mentira. La típica comida rápida es en realidad muy pequeña y se come en 5 minutos, en comparación con casi cualquier comida en un restaurante en el que pasas una hora entera comiendo casi constantemente. Los peores infractores —los refrescos endulzados naturalmente (azúcar o JMAF) y las malteadas— son idénticos a lo que te darían si pidieras lo mismo en un restaurante o al comprarlo en el supermercado. Este mito de que la comida rápida es poco saludable por arte de magia simplemente no está apoyado por los hechos.

De hecho, decir que lo contrario es cierto es un argumento válido. Nadie morirá de malnutrición comiendo comida rápida: esta tiene casi todo lo que tu cuerpo necesita. Come cuatro Big Macs de 510 calorías al día y perderás peso, y obtendrás más proteínas y vitaminas de lo que lo harías con la mayoría de otras dietas calóricas similares.

Así como se puede mantener la línea con comida rápida, igualmente se puede ganar sobrepeso evitándola.

Un estudio publicado en el Journal of Nutrition Education and Behavior encontró que mientras que un combo-hamburguesa tiene más calorías de las necesarias por comida, una comida completa en un restaurante puede tener más calorías de las que se necesitan en un día entero.

¿Y las ensaladas? Aunque, en principio, parecen más saludables, las que traen queso, aderezo y carne son tan ‘malas’ como el resto de opciones. Tener una dieta vegetariana no garantiza que no haya sobrepeso, ya que, además de la cantidad de calorías hay otros factores que influyen en el aumento de peso, como la tasa metabólica natural del cuerpo y la cantidad de ejercicio que se practica.

Pasemos a las “bebidas azucaradas” — la mejor evidencia disponible muestra una clara relación entre el consumo de bebidas endulzadas con azúcar y la diabetes tipo II, pero no hay ninguna conexión entre el consumo de bebidas endulzadas con edulcorantes artificiales. En vista de que los jugos ‘naturales’ también tienen cantidades industriales de azúcar, si no se prohíben en beneficio de los dietéticos y light, el consumo de fructosa arruinará cualquier posible mejoría que resultara de prohibir las gaseosas.

La propuesta de la Alianza Verde es autoderrotista porque los problemas de salud pública se seguirán presentando si los niños comen en exceso, ya sea que lleven comida hecha en sus casas o independientemente de si se comen la carne, las verduras y el pan en un plato con cubiertos o en McDonald’s.

Es que el problema no es con el azúcar, las calorías, las bebidas azucaradas o, ni siquiera, con la comida rápida. Es un problema de cantidad: consumir cualquier cosa en exceso es perjudicial.

Paracelso básico: la dosis hace el veneno. Una dieta saludable requiere de un consumo moderado y, probablemente, la política pública debería enfocarse más bien en promover la moderación en vez de ir prohibiendo a diestra y siniestra.

Y bueno, como de costumbre, soy bastante escéptico con el prohibicionismo en nombre de los niños. La religión es, demostrablemente, la mayor causante de muerte, miseria, enfermedad, atraso y sufrimiento, una ideología totalitaria que destruye las capacidades críticas del cerebro, volviéndolo inútil y, aún así, no conozco al primer político que proponga restringir el reclutamiento infantil religioso (y que cada quién elija su veneno al cumplir la mayoría de edad, cuando tenga suficientes elementos de juicio y pueda disponer de su vida).

Qué curioso que eso no dé tantos votos como pedir una prohibición que, en el mejor de los casos, no hará nada por la salud pública y, en el peor, podría agravarla, por ejemplo, si se aumenta el consumo de los peligrosos alimentos ‘orgánicos’.

Pero supongo que el amor por los niños llega hasta donde van los votos.

(via Leviathan | imagen: No existe otro igual via photopin (license))

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