La historia de Trevor McKendrick es muy curiosa: él gana más de 100.000 dólares anuales (200 millones de pesos colombianos) al año con su app de la Biblia en español.
Lo mejor de todo es que McKendrick es ateo:
“No creemos en el cristianismo“, le dijo a Blumberg. “No creemos en la Biblia”.
“Yo me describiría como ateo“.
McKendrick fue criado como creyente — mormón, de hecho. Asistió a un colegio mormón y se casó en un templo mormón. Pero cuando su hermano dejó la iglesia él se dio cuenta de que llevaba mucho tiempo albergando dudas, y no tardó en dejarla también.
Ahora él siente algo de culpa por hacer tanto dinero vendiendo un libro religioso en el que no cree.
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“¿Qué pasaría si vendieras libros de ‘Harry Potter‘ o libros de ‘El Señor de los Anillos‘, pero le dijeras a la gente que ocurren en la vida real? ¿Y si le dijeras a la gente que si querían solo tenían que aprender a escribir hechizos por sí mismos, y podrían curar a sus hijos? ¿Y si vendieras eso como algo real? Me sentiría muy mal por eso. Pero esa es realmente la situación en la que estoy al vender la Biblia. Estoy vendiendo esta cosa que realmente creo que es ficción”.
No creo que haya necesidad de culpa ni que sea éticamente cuestionable — McKendrick encontró un nicho con una necesidad y la suplió. Si no fuera él, seguramente sería alguien más, muy probablemente un líder religioso que, además, bien podría aprovechar su clientela para promover las discriminaciones y las intromisiones en las políticas públicas que tanto le gustan a los religionistas.
Trevor sólo está vendiendo un libro y no es responsable por la interpretación que hagan sus clientes. De hecho, uno de los caminos más rápidos al ateísmo es leer la Biblia críticamente (y ejercicios de este tipo nos han dado el genial juego de la Biblia y épicas reseñas literarias, por ejemplo).
Muchos ateos consultamos la Biblia regularmente, por lo general, para mostrar que es ridícula y moralmente cuestionable. Y si al consultar la Biblia beneficio económicamente a alguien más, prefiero que sea a otro ateo.
(Imagen: Trevor McKendrick)