Blu Radio recoge la denuncia de Orlando Beltrán:
Según manifestó el animalista, el maltrato propiciado por el sacerdote “desencadenó en persecución, muerte, desapariciones y hasta una gatica fue quemada con ácido en el cuerpo y en los ojos”.
“Desde octubre hemos recibido las denuncias de la comunidad del barrio Kennedy en relación con el maltrato por el párroco de la iglesia de allá, la iglesia de San Martín de Torres, por el párroco Alfonso Dueñas Núñez, quien desde el púlpito empezó a propiciar la persecución de los gatos que deambulan hambrientos cerca a la parroquia”, denunció Beltrán.
Orlando Beltrán aseguró que hace algunos días el sacerdote y su ayudante estaban acorralando a un gato que se encontraba en el jardín de la parroquia, lo que propicia que la comunidad siga el mal ejemplo y maltrate a los animales.
Aunque, para mí, la idea de derechos animales es disparatada, eso no significa que los humanos, como agentes morales, no tengamos la obligación de tratarlos tan humanamente como podamos — lo que el sacerdote Alfonso Dueñas está haciendo simplemente no tiene ningún tipo de justificación.
Por supuesto, no quiero decir que Dueñas haga esto por ser sacerdote o que no haya párrocos que den un trato consciente a los animales; seguro hay más de uno que les da refugio y comida. El problema es que, por su trabajo, Dueñas es visto por muchos como una figura de autoridad y un ejemplo a seguir y, lamentablemente, muchos harán lo que él diga… que en este momento es poner en riesgo la vida e integridad de los gatos, con sufrimiento innecesario (ya hay un atroz precedente de esto en la historia de la Iglesia).
Incomprensiblemente, Beltrán denunció los hechos ante el obispo (!). Estoy seguro que existen leyes contra el maltrato animal por lo que este caso debe ser materia de investigación de las autoridades laicas competentes. Esperemos que Dueñas sea investigado y, si resulta culpable, le caiga todo el peso de la ley.
(vía Jorge González | Imagen: Graham Etches via photopin cc)