Ayer, la fachada de la Catedral de Duitama amaneció grafitteada:
El mensaje dice “Dios Bendiga este negocio”, señalando con una flecha la puerta principal de ingreso al templo y monumento nacional. Según dijo monseñor Marco Merchán, esto ha provocado la indignación de la comunidad.
“Hay bastante indignación porque no faltan las personas inescrupulosas que buscan, primero dañar la belleza arquitectónica de una joya, como la Catedral de Duitama que está elaborada en piedra, y segundo denigrar de nuestra fe, considerándola como un negocio”, señaló el religioso.
A ver, yo puedo estar de acuerdo con el contenido del mensaje, pero rechazo de plano esta acción vandálica. Si le exijo a los cristianos que no llenen los monumentos públicos de grafittis alusivos a su dios —y se lo exijo—, no puedo condonar esta acción.
El Estado laico es la expresión del respeto entre lo público y lo privado, e ir rayando las paredes ajenas (o el patrimonio histórico) es faltar a ese respeto; no hay convicción que justifique esto — sigue siendo un acto vandálico condenable, independientemente de si fue cometido por un creyente o un ateo (lo cual no tiene que importar).
(vía Pablo Sierra y Diego Vargas | Imagen: Héctor Centeno)