En una columna invitada sobre si se debe enseñar religión en los colegios públicos, Carlos Gaviria se saca esta perla:
[E]n los planes de estudio de primaria y secundaria debe contemplarse un espacio para reflexionar sobre este fenómeno y señalar los efectos que produce, con absoluto rigor y honestidad. Pero adoctrinar al niño y al adolescente en cualquier tipo de creencias religiosas y obligarlo a aceptar dogmas que la razón y el sentido común rechazan, es sofocar su conciencia y debilitarlo como ser pensante.
…
Al indoctrinamiento en cualquier sistema religioso, dogmático, hay que contraponer entonces, la reflexión antropológica, sociológica e histórica del fenómeno, para ilustrar y no pervertir la mente del educando.
Efectivamente, el adoctrinamiento religioso es reclutamiento infantil y por tanto maltrato infantil, que debería ser perseguido como cualquier otro delito que atenta contra el bienestar y la integridad de los menores.
(vía Jorge Gómez Pinilla)