Cristina Plazas Michelsen, nueva directora del Icbf (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) decidió que, en vez de combatir la corrupción, dejará que se encargue su amigo imaginario:
Ohh, sí, porque eso ha funcionado taaaaan bien para evitar que los sacerdotes violen niños, y el Congreso colombiano, cristiano hasta la médula, es un lugar impoluto. Ohh, wait…
Por cierto, si Colombia es un Estado laico, ¿por qué Plazas está aprovechando su posición de autoridad para promover su superstición entre sus subalternos?
El Icbf sólo es un botín político, los niños les traen sin cuidado — eso explica su historial de homofobia, pseudociencia y, por supuesto, más promoción religiosa.
Pisotear los derechos de los demás funcionarios y de los contribuyentes no-cristianos es otra forma de corrupción (y abuso de poder).
(vía Pequeño Hereje | Imagen: Alex E. Proimos via photopin cc)