El lunes se alabó como ‘revolucionario’ un sínodo de obispos que, supuestamente, renunciaría a su homofobia. En el informe del sínodo, lo único remotamente ‘revolucionario’ fue que los clérigos consideran que los “homosexuales tienen grandes dones y cualidades que ofrecerle a la comunidad cristiana“.
Eso bastó para que los católicos conservadores reaccionaran furiosamente, consiguiendo que el Vaticano se retracte:
En respuesta a este tipo de reacciones, el Vaticano dio marcha atrás el martes. En un comunicado, dijo que el informe sobre gays y lesbianas era un “documento provisional”, pero no la palabra final de Roma.
El Vaticano también dijo que quería darle la bienvenida a los gays y las lesbianas en la iglesia, pero no quería crear “la impresión de una valoración positiva” de las relaciones entre personas del mismo sexo, o, para el caso, de las parejas no casadas que viven juntas.
Este es el modus operandi de la era Francisco: anunciar alguna postura que sugiera que la Iglesia se está poniendo al día con los valores del siglo XXI, y luego dar marcha atrás para satisfacer a los fanáticos e intolerantes.
Hicieron eso mismo luego de que el Papa dijera la perogrullada de que los ateos somos buenos si hacemos el bien.
(Imagen: Giampaolo Macorig via photopin cc)