por Steven Novella:
Un nuevo estudio publicado en Nature está recibiendo una gran cantidad de prensa, y parece preocupar a un montón de gente. El artículo de Nature News que discute el estudio tiene el título: Sustitutos del azúcar vinculados a obesidad. Creo que este título es engañoso. He aquí un desglose de lo que dice y no dice el estudio.
El título del estudio es más descriptivo, como era de esperar: Los edulcorantes artificiales inducen intolerancia a la glucosa mediante la alteración de la microbiota intestinal. Los autores (un equipo dirigido por Eran Elinav del Instituto de Ciencia Weizmann en Rehovot, Israel) estudiaron tres edulcorantes artificiales no calóricos (NAS): sacarina, sucralosa y aspartame. Alimentaron con NAS o comida control sin NAS a ratones que o bien tenían microbiota (bacterias que colonizan su sistema gastrointestinal) o que estaban libres de gérmenes. Después de 11 semanas, los ratones alimentados con NAS mostraron signos de intolerancia a la glucosa – el azúcar en su sangre subió más cuando se les enfrentó con una dosis de azúcar.
También encontraron que los ratones tratados con antibióticos no tuvieron esta respuesta. Además, realizaron trasplantes fecales de ratones tratados con NAS a ratones libres de gérmenes y encontraron que la intolerancia a la glucosa es transferida con la bacteria. También cultivaron bacterias con NAS y las trasplantaron en ratones, que luego se volvieron intolerantes a la glucosa.
Todo esto sugiere fuertemente que el consumo de NAS altera las bacterias del intestino que, a su vez, tienen un efecto sobre el metabolismo del huésped, lo que conduce a intolerancia a la glucosa. La intolerancia a la glucosa es un factor de riesgo para la diabetes tipo II, que en esencia es intolerancia severa a la glucosa. El estudio no tiene nada que ver directamente con la obesidad.
Para ver si sus resultados se aplicarían a los seres humanos, los investigadores alimentaron a siete sujetos humanos con NAS y encontraron que cuatro de ellos desarrollaron intolerancia a la glucosa, al igual que los ratones.
Todo esta investigación está muy bien. Sin duda, plantea algunas posibilidades interesantes que merecen estudio de seguimiento. Sin embargo, no creo que estos resultados sean suficientes para recomendar abandonar los NAS y, definitivamente, esta investigación no sugiere que el consumo de bebidas azucaradas sea más saludable que las bebidas endulzadas con NAS.
La comunidad científica ya está empezando tomar los resultados de este estudio, y amortiguar la reacción del público al ponerlo en perspectiva. En primer lugar, la mayor parte de este trabajo fue realizado en ratones, que tienen un metabolismo, una dieta, y una tolerancia a la glucosa diferente de los humanos. El pequeño estudio con siete sujetos humanos es muy preliminar, y está lejos de ser suficiente para concluir que los datos con ratones serán aplicables a las personas.
El artículo de la revista Science señala que el estudio fue publicado en una revista de ciencia básica, y que una revista científica clínica probablemente habría sido mucho más crítica de sus especulaciones clínicas.
Otra crítica potencialmente grave es que los investigadores combinaron los datos la sacarina, la sucralosa y el aspartame. Parece muy poco probable que tres moléculas todas muy diferentes tendrían el mismo efecto sobre la microbiota intestinal. Es posible que lo que los investigadores estén viendo sólo sea la sacarina aislada, en la que se centró la investigación. Ensayos previos usaron aspartame, que tuvo un efecto más pequeño por lo que los investigadores cambiaron a sacarina. El artículo de la revista Science reporta:
Los autores están confundiendo sus conclusiones, al abordar todos estos edulcorantes artificiales no calóricos conjuntamente”, dice Brian Ratcliffe, un investigador de nutrición de la Universidad Robert Gordon de Aberdeen, Reino Unido Por eso, el título del artículo, “Los edulcorantes artificiales inducen intolerancia a la glucosa mediante la alteración de el microbiota intestinal”, es engañoso, dice. “No puedo creer que la revista permitiera ese título”. Sin embargo, dice, los datos “ciertamente sugieren que hay algo más sobre la sacarina que necesita ser explorado”.
Si este efecto es único a la sacarina, eso también explicaría la falta de conexión con otros datos que se centran en el consumo de refrescos dietéticos que usan aspartame y sucralosa. Un gran estudio epidemiológico europeo publicado el año pasado y que implicó cohortes con > 10.000 sujetos encontró una asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y la diabetes tipo II. También encontró una asociación con el consumo de bebidas con NAS, pero esta asociación desapareció cuando se controló la ingesta de energía y el IMC. En otras palabras, las personas beben refrescos dietéticos ya que tienen sobrepeso, no al revés.
Un estudio del 2011 con > 40.000 hombres encontró:
El consumo de bebidas azucaradas se asocia con un riesgo significativamente elevado de diabetes tipo 2, mientras que la asociación entre las bebidas endulzadas artificialmente y la diabetes tipo 2 se explica en gran medida por el estado de salud, el cambio de peso de preinscripción, la dieta y el índice de masa corporal.
Los dos grandes estudios epidemiológicos tienden a ser más confiables que el de siete sujetos del reciente estudio de Nature.
Conclusión
El presente estudio es riguroso e interesante, hasta donde llega. Sugiere que la sacarina tiene el potencial de alterar la microbiota intestinal de los ratones y tiene alguna relación con el metabolismo de la glucosa. Sería interesante descubrir los diversos mecanismos implicados con futuras investigaciones.
Sin embargo, la conclusión que se está comunicando al público con frecuencia sobre este estudio no es compatible con estos datos, es engañosa, y es probable que conduzca a pobres decisiones de salud.
No queda claro si estos resultados se aplican a la sucralosa o el aspartame (y por lo tanto a los refrescos dietéticos), y es aún menos claro si se aplican a los seres humanos.
Mientras tanto, otros estudios, algunos de los cuales son estudios epidemiológicos masivos, muestran una clara relación entre el consumo de bebidas endulzadas con azúcar y la diabetes tipo II, y ninguna conexión con el consumo de bebidas endulzadas con NAS. Este estudio no debe motivar a nadie a cambiar sus bebidas dietéticas por bebidas endulzadas con azúcar, pero la manera en que el estudio es transmitido al público puede hacer precisamente eso.