Reporta El Tiempo:
Aquí hay 1.045 hectáreas cubiertas con este de cultivo, que ha cambiado poco a poco la óptica de los agricultores, que vigilan y toleran su crecimiento.
Porque para cosechar algodón hay que luchar con muchas plagas: mosca blanca, ácaros, cochinillas, pero principalmente con gusanos comedores de follajes.
Precisamente, a estas plantas se les ha insertado un gen, de forma estable, que les entregó una característica especial: resistir el embate de esos insectos.
Cada vez que uno de ellos llegue a la planta y crea que se encontró un manjar, la morderá, pero al instante ese supuesto alimento le afectará el sistema digestivo. De inmediato dejará de masticar y morirá.
Aquí aparecen muchos beneficios. El principal: se reduce el uso de químicos.
Antes, para mantener un cultivo de algodón estable, o sea, para acabar con las plagas y controlar su avance, se necesitaban entre 15 y 22 aplicaciones de agroquímicos.
Hoy, estas aplicaciones son estrictamente preventivas –porque las plagas no han desaparecido en un ciento por ciento– y no pasan de 7, lo que equivale a una reducción de más del 50 por ciento en el uso de tóxicos.
Bueno, ya empezaron a reportar con hechos sobre los transgénicos. Ahora es que dejen de hacerlo recurriendo a la quimiofobia.