Muchos ateos se ven en la incómoda situación de ser invitados a rituales religiosos, por lo general con la excusa de la compañía o de hablar con el nuevo sacerdote que es chupiguay — y aunque tenemos muy buenas razones para no asistir a ritos religiosos, rechazar la invitación a veces puede ser un quebradero de cabeza.
El autor de The A-Unicornist fue puesto en esa posición y esta es la carta con la que respondió, rechazando la invitación que les hicieron a él y su prometida:
Vanessa y yo apreciamos la invitación, y sabemos que es sincera. Como no-creyentes, Vanessa y yo a menudo nos sentimos un poco marginados porque vivimos en una sociedad supremamente religiosa. Por ello, tendemos a guardarnos nuestros puntos de vista sobre la religión. En ocasiones, nuestras creencias han causado cierta fricción en nuestras familias así que, en general, sentimos que es un tema que es mejor no tocar.
Por años, ella y yo hemos sido invitados a un sinnúmero de servicios religiosos, nos han implorardo que hablemos con líderes de iglesia (lo hemos hecho), nos han dado libros sobre teología y apologética cristiana, y hemos sido arrastrados a debates en los que nuestras creencias se ponen a la defensiva. Justo esta semana, en el funeral de su tía, Vanessa fue acorralada por un sacerdote quien cuestionó su decisión de casarse fuera de la iglesia católica. Imagínense si un no-creyente les escribiera y dijera: “Sé que por lo general van a la iglesia el domingo, pero este domingo por qué no quedarse en casa y yo les prestaré mi copia del libro de Richard Dawkins El espejismo de dios para que lean“, o si un musulmán los invitara a su mezquita implorando que abran su corazón a Alá y su profeta. Vanessa y yo no queremos desengañar a nadie de sus creencias religiosas, pero tampoco queremos ser marginados o tratados como si hubiera algo que falte en nuestras vidas porque nuestras creencias son diferentes — vivimos vidas plenamente felices, con propósito, morales, y significativas sin religión.
Creo que es importante destacar que Vanessa y yo dejamos la iglesia por razones profundamente estudiadas y bien pensadas. Nuestro cambio de creencia fue gradual y reflexivo, no impulsivo y reactivo. El impasse que sentimos con la iglesia se basa en afirmaciones históricas y teológicas, y esos no son los tipos de problemas que pueden ser resueltos con asistir a un servicio y escuchar un mensaje inspirador. Ambos estamos de acuerdo en que si alguien está interesado en lo que creemos y por qué, el mejor curso de acción es acercarse a nosotros con un sincero sentido de curiosidad — en otras palabras, simplemente preguntar. Así que, mientras agradecemos su invitación, respetuosamente debemos declinarla.
Para mí, es demasiado diplomática, pero sé que cualquiera podrá ajustarla a su gusto, tono y situaciones particulares.