En las legislativas, María del Socorro Bustamante y Moisés Orozco Vicuña fueron elegidos como representantes de las comunidades afro, sin ser “negros” y sin haber trabajado nunca por estas comunidades — contra todo pronóstico, el Consejo Nacional Electoral validó sus curules.
Vale la pena aprovechar la ocasión para hacer algunas reflexiones.
¿Quién es ‘afro’?
La Constitución establece que las minorías étnicas tendrán una circunscripción especial que tendrá hasta cuatro curules. Ni ahí, ni en la ley que desarrolla ese artículo explican qué se entiende por alguien perteneciente a las “comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras”, tampoco lo hace la Dirección de Asuntos de Comunidades Negras del Ministerio del Interior.
Por supuesto, las comunidades negras han sufrido racismo y este debe ser combatido, así como las injusticias sociales derivadas del mismo, pero no tener una definición de qué se entiende a la luz de la legislación colombiana por una persona “negra” o “afro” es casi tan nocivo como tenerla. Una familia de tez “blanca” que haya vivido toda la vida en Palenque y lleve generaciones allí, ¿es considerada parte de la “comunidad palenquera”? ¿Podrían ellos ocupar la curul de la circunscripción especial? Y si una pareja de “caucásicos” adoptó desde su nacimiento a un niño afrodescendiente, ¿podría el pequeño, en el futuro, aspirar a la Cámara de Representantes como miembro de las comunidades afro? ¿Cómo se han a determinar los derechos de estas personas, con algún tipo de escala cromática?
No tiene ningún sentido ponernos a hacer distinciones de los tonos de piel para otorgar o quitar derechos, ni privilegios. Permitir que un criterio obsoleto y subjetivo genere efectos jurídicos resulta en estos vericuetos y puede conducir a otros mucho más graves. ¿Que no hemos aprendido nada de la historia?
Políticas de identidad
La idea de darle curules a las minorías étnicas históricamente discriminadas nace de la noble intención de asegurar su participación política y contrarrestar esa discriminación. Pero esto no garantiza que los derechos de esas minorías sean respetados, porque la política trata de ideas e ideologías, no de poblaciones con individuos homogéneos.
Mis amigos ateos afrodescendientes no se sienten más o menos irrespetados si el laicismo es violado por un “blanco” o por un “negro”.
Las políticas de identidad fracasan porque parten de que cualquier persona perteneciente a un colectivo conoce y le importan los intereses del mismo, lo que es bastante discutible. Además, suponen equivocadamente que los intereses de un colectivo son unívocos, en vez de que haya choque de distintos intereses por parte de distintos subgrupos o individuos, que es lo que cabe esperar en cualquier grupo humano.
Hay mujeres que se oponen al aborto y pretenden que sea tipificado como delito, aún cuando es un derecho de sus hermanas. Los house niggers siempre defendieron los intereses esclavistas por encima de sus propios intereses y de aquellos de los field niggers.
Racismo invertido
La forma de combatir el racismo no es reforzando las diferencias, sino ofreciendo igualdad de oportunidades. Así es como otras minorías han conseguido representación política.
La izquierda, ninguneada por el Frente Nacional y luego perseguida y cazada por los paramilitares, jamás recibió circunscripciones especiales, pero aún así hoy cuenta con al menos tres movimientos (Progresistas, Polo, UP) y varias curules tanto en Senado como en Cámara. En cambio, los “negros” e indígenas no pueden tener más de cuatro puestos, porque la Constitución lo prohíbe.
Aunque lo pretendan disfrazar de “discriminación positiva” o affirmative action, las políticas públicas basadas en el color de la piel siguen siendo racismo. ¿Por qué se le va a negar a los afrocolombianos participar del proceso democrático en igualdad de condiciones con el resto de la sociedad? Además de condescendientes, las circunscripciones especiales han empeorado la participación política de las minorías, pues no sólo les han impedido aprovechar las reformas políticas, sino que estas les han sido desfavorables debido a la misma circunscripción especial.
Circunscripciones especiales ad infinitum
El concepto de razas no sólo es obsoleto, sino que es anticientífico — gracias a la paleoantropología y la genética, sabemos que no hay uniformidad genética entre “negros”, entre “amarillos” o entre “blancos”; o sea, las poblaciones se diferencian en muchísimas cosas aunque tengan más o menos la misma tonalidad de tez.
Existe un continuo en la variabilidad humana, lo que significa que no hay grupos herméticos correspondientes a un color de piel respectivo. Si mantenemos circunscripciones especiales a partir de un tono elegido arbitrariamente, no hay razón para que le neguemos circunscripciones especiales a las personas que miden más de 1,80 mt, o que tienen el cabello liso como la seda, o los que tienen ojos del color de la laguna azul.
De hecho, por ser menos arbitrario y subjetivo, tiene más sentido darle circunscripciones especiales a los que son de grupo sanguíneo AB- y a los albinos. Y los siguientes María del Socorro Bustamante y Moisés Orozco tendrían que simular ausencia congénita de pigmentación o antígenos de tipo A y B y ausencia de factores Rhesus en su sangre. Al menos en estos casos habría seguridad jurídica de pertenencia a la población que dicen representar.