En el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el representante de Arabia Saudita trató de callar varias veces al Center for Inquiry (CFI), para que la representante de la ONG dejara de dar una declaración condenando la represión contra la libertad de expresión y de culto, y la persecución a los disidentes:
La representante del CFI, Josephine Macintosh, quiso exigirle a Arabia Saudita. Parte de la declaración del CFI decía:
Hacemos un llamado a Arabia Saudita, como miembro recién elegido de este consejo, para que libere a Raif Badawi de inmediato y sin condiciones, y retire los cargos pendientes contra él y otros por “blasfemia”, “insultar al islam”, o “apostasía”.
…
Si va a conservar alguna credibilidad como miembro, instamos a que reforme sus leyes con el fin de proteger la libertad de religión, cultos y expresión, cese el uso del castigo corporal, y derogue el artículo 1 del decreto de su Ministerio del Interior que define el ateísmo como terrorismo.
Macintosh estaba decidida a dar toda la declaración, y su derecho a expresarse fue defendido por los representantes de EEUU, Irlanda, Canadá y Francia, cuando el representante de Arabia Saudita le exigió a la Vicepresidente del Consejo que callara a la activista.