Mi ensayo del ‘día internacional de la mujer‘, en constante evolución.
Para mí, todos los días son el día de la mujer. Espero que sean tratadas con respeto (y que se hagan respetar), deseo que sean felices y no sufran discriminación simplemente por su sexo.
Los 365 días del año defiendo a capa y espada el derecho de cualquier mujer a abortar por el simple hecho de que así lo desee, en cualquier circunstancia y en cualquier momento del embarazo, incluso si su vida corre riesgo o está a punto de dar a luz. ¡Es su vida, es su elección!
Las 24 horas del día, los siete días de las 52 semanas de cada año, defiendo la igualdad de derechos, oportunidades y obligaciones para las mujeres en todos los ámbitos de sus vidas.
No hay un solo día en que no sea abanderado de la libertad sexual de las mujeres y que defienda, contra toda sarta de estupideces, sus derechos reproductivos y anticonceptivos.
Lo que una mujer decida hacer con su cuerpo es su problema. No considero que “perra”, “zorra”, “puta” y demás sinónimos de “meretriz” sean un insulto y nunca utilizo esas palabras para descalificar la libertad sexual de nadie.
Soy abanderado de que las niñas puedan entrar a los novios a sus cuartos tanto como sus hermanos entran a sus novias. Sé que la ‘cultura de la pureza’ es machismo con el cuál buscan avergonzar a las mujeres por el hecho de tener un cuerpo y considero que su enseñanza debería estar penalizada por la ley, porque causa daños físicos, psicológicos y emocionales permanentes a los que nadie debería ser sometido, y menos en nombre de un amigo imaginario.
No sé por qué habría que “pedirle permiso” a los amigos para salir con la hermana o la mejor amiga de ellos. Eso es decisión de ellas. Me niego a ‘aprobar’ o ‘rechazar’ con quién salen mis amigas – cuando quieren mi opinión me la piden.
No concibo que queden padres que se escandalicen porque sus hijas tienen sexo (¡y por fuera del matrimonio!), que impongan horarios de Cenicienta (porque, obvio, es imposible tener sexo antes de las 12) y que sean incapaces de confiar en las hijas que criaron, como personas funcionales del siglo XXI que toman sus propias decisiones. Es el mismo principio que opera para oponerme a las ablaciones de clítoris.
Me aterra la absurda noción de que las mujeres deberían sentir vergüenza de sus cuerpos, ya sea tapándolas con una burka o satanizando los escotes y bikinis. Estos moralistas deberían mantenerse fuera del alcance de las niñas.
Me alegra que haya mujeres que tengan múltiples parejas, y salgan con cuantos compañeros consideren necesarios y suficientes para poder satisfacer sus necesidades emocionales y físicas (y, así como con los hombres, espero que lo hagan con total honestidad y sin generarle falsas ilusiones ni expectativas a nadie).
Soy el primero que encuentra que es poderosamente estúpido decir que las mujeres piden que las violen por cómo se visten. Siempre defenderé su derecho a salir a la calle como se les dé la gana y a decir No. Incluso si una mujer saliera desnuda, eso no es una autorización para tener sexo con ella.
Así como desprecio el machismo, también desprecio el hembrismo, o falso feminismo y a los feminazis porque desvirtúan, deslegitiman y desconocen las batallas ganadas y las que se están librando. Quienes no se molestan en distinguir entre prostitución y esclavitud sexual le niegan agencia a las mujeres que dicen defender, objetificándolas y promoviendo una agenda machista, por lo demás, bastante lucrativa.
Considero que el Estado debería proporcionar educación sexual y ofrecer métodos anticonceptivos de manera completamente gratuita y que todos los establecimientos educativos deberían incluir, en todas las matrículas, la educación sexual y anticonceptiva, que debería ser basada en la evidencia (nada de que el condón tiene huecos ni estúpidas amenazas con cámaras de tortura termodinámicamente imposibles como el infierno).
Y me hace muy feliz enterarme que una mujer se masturba, que le gustan los juegos de rol, que quiere disfrazarse y busca satisfacer sus fantasías, que está dispuesta a participar en tríos y en orgías y me fascina cuando confiesan que no son heterosexuales o simplemente cuando comentan lo mucho que gozan con el sexo y sus posibilidades.
Además de ser un atentado contra el español, entiendo que el ‘lenguaje incluyente’, no sólo no resuelve nada, sino que provoca más estragos y discriminación, razones de sobra para no subirme a esa moda políticamente correcta.
Tengo la creencia radical y extremista de que el valor de las horas laborales no debe tener en cuenta el sexo de quién trabaja y que la edad de jubilación debe ser la misma para todos. Creo que depilarse es una decisión personal -tanto de hombres como de mujeres- y que no tener sexo con alguien que no se depila también es una decisión enteramente personal -tanto de hombres como de mujeres-.
Por si fuera poco, creo que la defensa de estos ideales debe darse todos los días, siempre que sea necesario y así mismo yo lo hago.
Así que por favor, no me ofendan, ni se ofendan a ustedes mismas, ni banalicen mis acciones pidiéndome regalos.
Yo lucho los 365 días del año por la igualdad de la mujer y porque los privilegios de los hombres heterosexuales se conviertan en derechos de todos los seres humanos.
Por eso mismo, espero que hoy todas las mujeres estén teniendo y sigan teniendo un muy feliz día, como espero que los tengan los demás 364 días de cada año.