Pregunta Edge 2014: ¿Qué idea científica está lista para la jubilación?
Matt Ridley respondió que el maltusianismo*:
T. Robert Malthus (usaba su segundo nombre) pensaba que la población superaría la oferta de alimentos y “por lo tanto, deberíamos facilitar, en vez de tontamente y en vano tratar de impedir”, las enfermedades, el hambre y la guerra. Debemos “cortejar el regreso de la plaga” y “sobre todo fomentar asentamientos en todas las situaciones pantanosas e insanas”. Esta idea repugnante —que había que ser cruel siendo amable para evitar que la población creciera demasiado rápido para el suministro de alimentos— influyó directamente en la despiadada política en la Irlanda colonial, la India británica, la Alemania imperial, la California eugenésica, la Europa nazi, la ayuda de Lyndon Johnson a la India y la China de Deng Xiaoping. El tropezarse con un tracto maltusiano, Los límites del crecimiento, fue lo que condujo a Song Jian a recomendarle la política de un solo hijo a Deng. La picazón misantrópica maltusiana todavía merodea y es demasiado común en la ciencia.
Sin embargo, Malthus y sus seguidores estaban mal, mal, mal. No sólo porque tuvieron la mala suerte de que el mundo resultó mejor de lo que ellos pensaban; que mantener vivos a los bebés resultó una mejor manera de obtener reducir las tasas de natalidad que alentarlos a que murieran, no sólo porque la tecnología vino al rescate; sino porque los maltusianos han cometido en repetidas ocasiones el error de pensar en los recursos como cosas finitas, estáticas que “se agotan”. Pensaron que el crecimiento significaba usar un montón fijo de tierra, metales, agua, nitrógeno, fosfato, petróleo, etc. Pensaban que el nacimiento de un ternero era una buena cosa, ya que sumaba a los recursos del mundo, pero el nacimiento de un bebé era algo malo, ya que sumaba a las bocas que alimentar.
Esto incomprendía completamente la naturaleza de un recurso, que sólo se convierte en un recurso gracias al ingenio humano. Así que el óxido de uranio no es un recurso antes de la energía nuclear. El aceite de esquisto bituminoso no era un recurso hasta que apareció el fracking horizontal. El acero no era fácilmente reciclable hasta el horno de arco eléctrico. El nitrógeno en el aire no era un recurso hasta el proceso de Haber. La productividad de la tierra fue transformada por el fertilizante de manera global y ahora usamos 65% menos terreno para producir la misma cantidad de alimentos que hace 50 años. Y un bebé es un recurso también: un cerebro, así como una boca.
Los pocos economistas, como Julian Simon y Bjørn Lomborg, que intentaron señalarle esto a los científicos maltusianos, y quienes argumentaron que el crecimiento económico no era el uso acumulativo de los recursos, sino el aumento de la productividad —hacer más con menos— fueron llamados imbéciles o les arrojaron pasteles a la cara por las molestias. Pero tenían razón una y otra vez, ya que la población y la prosperidad crecieron juntos a niveles que los maltusianos seguían diciendo que eran imposibles.
“No es realista suponer que no habrá aumentos adecuados en la producción agrícola para satisfacer las demandas de la previsión de alimentos”, dijo una larga lista de estrellas científicas en un libro británico llamado A Blueprint for Survival en 1972. “Los agricultores ya no pueden mantenerse al día con el aumento de la demanda de alimentos y el hambre es inevitable”, dijo Lester Brown, en 1974. (la producción mundial de alimentos se ha duplicado desde entonces y el hambre es en gran parte historia — excepto donde la crean los dictadores.)
La población mundial es casi seguro que dejará de crecer antes del fin del siglo; el pico de tierras de cultivo está muy cerca si no se ha pasado todavía; los coches eléctricos impulsados por las centrales nucleares son a todos los efectos, un recurso infinito. El mundo es un lugar dinámico, reflexivo en el que el cambio es absoluto. Es hora de retirar los errores estáticos del misántropo, miope, párroco matemático Malthus porque nunca fueron y nunca serán correctos.