Pregunta EDGE 2014: ¿Qué idea científica está lista para la jubilación?
Steven Pinker respondió que la idea de Comportamiento = Genes + Entorno:
¿Dirías que el comportamiento de tu computador o teléfono inteligente viene determinado por una interacción entre su diseño inherente y la forma en que se ve influido por el entorno? Es poco probable — tal declaración no sería falsa, pero sería obtusa. Los sistemas adaptativos complejos tienen una organización no aleatoria, y tienen estímulos. Pero decir que los estímulos “dan forma” al comportamiento del sistema, o enfrentar su diseño contra sus estímulos, no conduciría a ninguna idea de cómo funciona el sistema. El cerebro humano es mucho más complejo, y procesa sus estímulos en formas más complejas que los dispositivos hechos por el hombre, sin embargo, muchas personas lo analizan de maneras que son demasiado simplistas para nuestros mucho más simples juguetes. Cada término de la ecuación es sospechoso.
Comportamiento: Más de medio siglo después de la revolución cognitiva, la gente todavía pregunta si un comportamiento es genética o ambientalmente determinado. Sin embargo, ni los genes ni el entorno pueden controlar los músculos directamente. La causa de la conducta es el cerebro. Si bien es razonable preguntarse cómo han sido influidas las emociones, los motivos o los mecanismos de aprendizaje por los genes, no tiene sentido preguntar esto sobre el comportamiento en sí mismo.
Genes: Los biólogos moleculares han apropiado el término “gen” para referirse a los tramos de ADN que codifican una proteína. Por desgracia, este sentido difiere del utilizado en genética de poblaciones, genética del comportamiento, y teoría de la evolución, es decir, cualquier soporte de información que se transmite de generación en generación y que ha sufrido los efectos sobre el fenotipo. Esto incluye cualquier aspecto de ADN que puede afectar la expresión génica, y está más cerca de lo que se entiende por “innato” que los genes en el estrecho sentido de los biólogos moleculares. La confusión entre los dos conduce a innumerables pistas falsas en las discusiones de nuestra composición, tales como la banalidad de que la expresión de genes (en el sentido de tramos codificantes de proteínas de ADN) está regulada por señales procedentes del entorno. ¿Cómo más podría ser? ¡La alternativa es que cada célula sintetiza todas las proteínas todo el tiempo! La burbuja de la epigenética inflada por los medios de la ciencia se basa en una confusión similar.
Entorno: Este término para los estímulos de un organismo también es engañoso. De toda la energía que incide en un organismo, sólo un subconjunto, procesado y transformado en formas complejas, tiene un efecto sobre su posterior procesamiento de la información. Qué información se toma, cómo se transforma, y cómo afecta al organismo (es decir, la forma en que el organismo aprende) todo depende de la organización innata del organismo. Hablar de que el entorno “determina” o “dan forma” al comportamiento no es perspicaz.
Incluso el sentido técnico de “entorno” usado en la genética cuantitativa del comportamiento es perversamente confuso. Ahora, no hay nada malo con la partición de la varianza fenotípica en componentes que se correlacionan con la variación genética (heredabilidad) y con una variación entre las familias (“entorno compartido”). El problema proviene de las llamadas influencias “no compartidas” o “ambientales únicas”. Esto consta de toda la varianza que no es atribuible ni a la variación genética ni a la familiar. En la mayoría de los estudios, se calcula como 1 – (heredabilidad + entorno compartido). Prácticamente, puedes pensar en ella como las diferencias entre los gemelos idénticos que crecen en la misma casa. Ellos comparten sus genes, los padres, los hermanos mayores y menores, el hogar, la escuela, los compañeros y el vecindario. Entonces, ¿qué podría hacerlos diferentes? Bajo el supuesto de que el comportamiento es un producto de los genes más el entorno, debe ser algo en el entorno de uno que no está en el entorno del otro.
Pero esta categoría en realidad debería llamarse “varios/desconocido”, porque no tiene nada que ver necesariamente con algún aspecto cuantificable del entorno, como por ejemplo que un hermano consiga el camarote de arriba y el otro el de abajo, o que un padre favorezca impredeciblemente a un niño, o que un hermano sea perseguido por un perro, le de un virus, o sea el favorito del profesor. Estas influencias son puramente conjeturales, y los estudios en busca de ellas no han podido encontrarlas. La alternativa es que este componente consiste en realidad en los efectos del azar — nuevas mutaciones, efectos prenatales extravagantes, ruido en el desarrollo del cerebro y eventos de la vida con efectos impredecibles.
Los efectos estocásticos en el desarrollo son cada vez más reconocidos por los epidemiólogos, frustrados por fenómenos tan recalcitrantes como los nonagenarios fumadores de un paquete al día y los gemelos idénticos discordantes para esquizofrenia, homosexualidad y desarrollo de enfermedades. Cada vez son obligados más y más a reconocer que Dios juega a los dados con nuestros rasgos. Los biólogos del desarrollo han llegado a conclusiones similares. El mal hábito de asumir que cualquier cosa no clásicamente genética debe ser “ambiental” ha cegado a los genetistas conductuales (y a aquellos que interpretan sus hallazgos) en la vuelta del bobo de buscar efectos ambientales para lo que puede ser la aleatoriedad en los procesos de desarrollo.
Una confusión final en la ecuación es el aparentemente sofisticado complemento de “interacciones gen-entorno“. Esto también está diseñado para confundir. Las interacciones genético-ambientales no se refieren al hecho de que el entorno es necesario para que los genes hagan lo suyo (que es el caso de todos los genes). Se refiere a un efecto biestable en el que los genes afectan a una persona de una forma en un entorno, pero de otra manera en otro entorno, mientras que un gen alternativo tiene un patrón diferente. Por ejemplo, si heredas el alelo 1, eres vulnerable: un factor de estrés te hace neurótico. Si heredas el alelo 2, eres resistente: un factor de estrés te deja normal. Con cualquiera de estos genes, si nunca te estresas, eres normal.
Las interacciones gen-entorno en este sentido técnico, confusamente, entran en el componente “ambientales únicas”, ya que no son las mismas (en promedio) en los hermanos que crecen en la misma familia. Igual de confusamente, las “interacciones” en el sentido del sentido común, es decir, que una persona con un cierto genotipo es previsiblemente afectada por el entorno, entra en el componente “heredabilidad “, ya que la genética cuantitativa sólo mide correlaciones. Este factor de confusión está detrás de la constatación de que la heredabilidad de la inteligencia aumenta, y los efectos del entorno compartido disminuyen durante la vida de una persona. Una explicación es que los genes tienen efectos tardíos en la vida, pero otra es que las personas con un determinado genotipo se ubican en entornos que complacen sus gustos y talentos innatos. El “entorno” depende cada vez más de los genes, en lugar de ser una causa exógena del comportamiento.