Me parecen curiosas las intervenciones tanto del pastor Sadis Gallardo como del sacerdote Mario Toro, pues los clérigos han sido los principales enemigos del laicismo. De hecho, las palabras de Toro tienen sentido:
[L]as iglesias nos hacemos daño cuando nos identificamos con un partido político, porque le cerramos la vía a muchos otros que quieren vivir también su fe dentro de la iglesia.
Y ese principio se puede extender no sólo a los partidos políticos, sino a la participación política: utilizar cualquier fe para inmiscuirse en política es abusar de la fe de los correligionarios… que no es que a la Iglesia Católica le importe, al fin y al cabo ese es su modelo de negocio.
Y el senador Carlos Baena, del Mira, demuestra que los protestantes no se quedan atrás. Baena dice que es “luchar contra la corrupción”:
Mi teoría es que la gente en Colombia está cansadísima con la corrupción, la gente está buscando otras opciones y ve claramente que la gente que practica la Biblia es gente que va a gobernar mejor.
¡Ohh, sí, porque vender las hijas como esclavas y matar primogénitos son los rasgos que el ciudadano de a pie busca en sus representantes!
Lo peor de todo es que Baena habla como si Colombia nunca hubiera tenido gobernantes cristianos, cuando han sido precisamente los cristianos quienes han gobernado siempre, los corruptos hasta el día de hoy.
