Efecto Streisand. Los productores de Reticare han pretendido censurar el artículo Reticare: mentiras y negocio, publicado en Ocularis, así que lo reproduzco aquí:
Recientemente ha salido en algunos medios la promoción de un nuevo producto comercial. Se trata de un filtro para dispositivos electrónicos, una “barrera” que impide que la radiación mas dañina de los LED de los móviles y las tablet nos produzcan lesiones en el ojo. Obsérvese las cursivas, luego volvemos a ello.
La idea parece buena. Los móviles y las tablets se usan cada vez más horas, y es una manera razonable (cursivas de nuevo) de proteger nuestra vista. Los beneficios que del Reticare se basan en los resultados de una investigación llevada a cabo en la Universidad Complutense de Madrid. ¿Podemos objetar algo a estas intenciones tan loables?. Pues sí, mucho.
En este blog hemos hablado en numerosas ocasiones sobre los posibles efectos de la radiación electromagnética en el ojo. La radiación electromagnética incluye, entre otros, la luz visible, los ultravioletas y radiaciones ionizantes (como los rayos X o rayos gamma). Como no quiero repetirme mucho, vamos a enlazar los principales artículos que hablan del tema:
- En este post tenemos un repaso de lo que puede pasar en los ojos en función de si la luz es natural o artificial, o si la dosis de radiación es más o menos intensa.
- En este otro nos centrábamos en el efecto del sol. Cuándo se hace necesario protegernos de la radiación solar.
- Y en esta serie (1, 2 y 3) explicábamos la validez científica que tienen las medidas para proteger nuestros ojos de la luz visible más energética. En esa ocasión fue con motivo de las lentes intraoculares amarillas, pero el concepto es el mismo: filtrar la luz visible.
Voy a intentar resumir tanto artículo con un párrafo. Los ojos trabajan con luz, necesitan la luz para ejercer su función. Es un órgano que está expuesto a la radiación solar en todos los animales, incluidos nosotros. La evolución ha ido adaptando y modificando el órgano para que no se deteriore, como es fácil de suponer. No se ha demostrado que una exposición normal a la luz solar sea perjudicial, y no se ha demostrado que ninguna protección o barrera prevenga de enfermedades oculares. No se ha demostrado que se produzca un deterioro de la retina debido a la luz visible más energética (luz azul), y no se ha demostrado que filtrando esta luz azul prevengamos de daños en la retina. Por otra parte, la luz solar es más intensa y energética que la luz artificial que se originan en pantallas LED. Si con la dosis más alta los filtros no son útiles, con la dosis más baja, la plausibilidad es incluso menor.
Profundizar en más explicaciones sería repetir lo mismo de lo que ya hablé en la serie de las lentes intraoculares amarillas. Pero también hay información en otras webs. Quien quiera leer más sobre el tema recomiendo dos artículos del blog La mentira está ahí fuera, una lectura muy recomendable. En el primero se contraponen las afirmaciones de los vendedores del Reticare con la evidencia científica. En el segundo hacen un análisis del estudio en el que se basa la comercialización del Reticare. El estudio, efectivamente, ofrece serias dudas metodológicas, dudas éticas sobre conflicto de intereses, y por su propio diseño no sirve para dar validez a ningún filtro. De hecho, no se puede hacer ninguna afirmación clínica ni práctica a partir de él.
Realmente está todo dicho. Quizás puedo ofrecer un símil para que entendamos realmente cómo las condiciones del estudio no tienen nada que ver con la realidad del funcionamiento del ojo (estudiando células de la retina eliminando todas las barreras naturales y el metabolismo retiniano, y ofreciendo una dosis totalmente irreal de radiación). Y me voy a permitir hacer la comparación a modo de entrevista entre el “vendedor” y un periodista.
– Periodista: Buenos días, le agradezco que nos conceda esta entrevista.
– Vendedor: Es un placer. Creo que es importante que la sociedad esté prevenida de lo peligroso que es el calentamiento de nuestro cerebro.
– P: Recientemente han sacado al mercado un protector térmico para colocarnos en nuestra cabeza. ¿Me podría explicar cuándo debemos utilizarlo?
– V: Siempre que nuestro cerebro esté en peligro de someterse a una sobrecarga de calor. Evidentemente cuando salimos a la calle, especialmente los días soleados. Pero no sólo entonces: en invierno con la calefacción, en la cocina, etc.
– P: Y además está basado en un estudio científico realizado en la Universidad Complutense de Madrid. ¿Nos puede explicar en qué consistió el estudio?
– V: Por supuesto. Sometimos a varios cerebros humanos a una temperatura de 275ºC durante 10 minutos. Luego comprobamos la viabilidad del tejido. El resultado fue incuestionable: todos los cerebros del estudio resultaros gravemente dañados.
– P: Ya, pero el cerebro está protegido por piel, hueso y otros tejidos. Y la sangre supongo que también podrá refrigerar el cerebro cuando …
– V: Bueno, en este tipo de investigación hay que simplificar los tejidos a estudiar, para evitar posibles sesgos.
– P: Entiendo, pero 275º C son muchos grados, ¿no?. Quiero decir que cuando estamos cocinando o con la calefacción, nuestra cabeza se puede someter a una elevación de temperatura, pero quizás no tanta.
– V: Hemos elegido esa temperatura para que el análisis estadístico posterior no deje dudas razonables. Pero la conclusión es la misma: el calor es malo para el cerebro.
– P: Pero el cerebro necesita calor, ¿no?, quiero decir que no se puede generalizar …
– V: A ver, ¿es usted científico?
– P: No, pero pienso que ….
– V: ¡Pues ya está!. Deje lo de pensar para nosotros. Usted limítese a dar la noticia. Y recuerde anotar bien claro el nombre de nuestro protector térmico y la dirección web de nuestra tienda.
– P: Gracias por atenderme.
Como conclusión, creo que es lamentable:
- Que no haya un mecanismo para ilegalizar este tipo de productos.
- Cómo ha quedado en entredicho el prestigio de la Universidad Complutense de Madrid.
- También es una pena ver que diversos centros oftalmológicos han mostrado su apoyo en las redes sociales.