La Iglesia de los Santos de los Últimos Días (los mormones) no permitieron a las personas negras en su iglesia sino hasta 1978.
Ahora, en un comunicado han admitido que se trató de puro racismo:
En 1852, el presidente Brigham Young anunció públicamente que los hombres de ascendencia africana negra ya no podían ser ordenados al sacerdocio, aunque a partir de entonces los negros siguieron uniéndose a la Iglesia mediante el bautismo y la recepción del don del Espíritu Santo. Tras la muerte de Brigham Young, los presidentes de la Iglesia posteriores restringieron a los negros de recibir la investidura del templo o que se casaran en el templo. Con el tiempo, los líderes y miembros de la iglesia avanzaron muchas teorías para explicar las restricciones del sacerdocio y del templo. Ninguna de estas explicaciones se acepta hoy como la doctrina oficial de la Iglesia.
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No obstante, dada la larga historia de retener el sacerdocio para los hombres de ascendencia africana negra, los líderes de la Iglesia creían que se necesitaba una revelación de Dios para alterar la política, e hicieron esfuerzos continuos para entender lo que se debía hacer. Después de orar por orientación, el presidente McKay no se sintió impresionado para levantar la prohibición.
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Hoy en día, la Iglesia rechaza las teorías avanzadas en el pasado de que la piel negra es un signo de desaprobación o maldición divina, o que refleje las acciones en una vida preterrenal; que los matrimonios interraciales sean un pecado, o que los negros o personas de cualquier otra la raza o de origen étnico sean inferiores en modo alguno a ninguna otra persona. Los líderes de la Iglesia hoy inequívocamente condenan todos los racismos, pasados y presentes, en cualquier forma.
Ahora sólo les falta empezar a condenar el machismo y la homofobia, y habrán entrado de pleno en el siglo XX.
Es la cosa de hacer lo que dios dice: siempre le da un placer morboso perpetuar la injusticia y la inequidad.
