Al principio del 2013, Santos hizo proselitismo en la Misión Carismática Internacional abogando por la mezcla de los poderes religiosos y políticos, una violación al laicismo que no hace sino sumar a su presencia en ese lugar.
Por este motivo, desde la Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá (AAAB) le enviamos un derecho de petición exigiéndole que se disculpe y que deje de ir a los centros cristianos en busca de votos. La respuesta de la Presidencia es, cuando menos, ofensiva:
En relación con la petición anterior, debe observarse que aunque desde la perspectiva meramente literal la referencia del Presidente de la República a la conexión del poder político con el poder religioso permitiría una interpretación cercana a la admisión de la confesionalidad del Estado, las palabras suyas no se deben interpretar en su literalidad aislada y descontextualizada. Vale aclarar, para evitar equívocos, que el primer mandatario no pretendió hacer una apología de la confesionalidad del Estado, ni ha querido reconocer autoridad civil a ninguna autoridad eclesiástica. Lo anterior se hace patente, de hecho, al leer completamente la frase objeto de reproche, en la cual el Presidente hace explícita la mención de la diferencia en la naturaleza del poder civil y el poder religioso.
Ahh, claro, la vieja excusa de la lectura aislada y fuera de contexto. No, señor Santos. Vamos a citar su discurso sin aislar la frase:
“Usted decía: ‘Gracias, Presidente’. Yo le respondo: ‘El agradecido soy yo’. Primero, por la presencia de tantas delegaciones en nuestro país. Darles nuevamente la más cordial bienvenida. Quiero que se sientan como en su casa. Pero sobre todo darle las gracias por el apoyo, por sus palabras. Sin ese apoyo ningún gobernante puede hacer mayor cosa.
Usted hablaba de algo muy sabio. El poder político es diferente a otro tipo de poderes. El poder político es efímero, es pasajero. El poder de la fe es eterno, siempre está.
Pero no son poderes separados: sin el poder de la fe, el poder político no tiene sentido. Sin el poder de la fe, sin creer, el poder político es como una embarcación sin puerto de destino.
Yo fui marino. Yo estuve, a mucho honor, en la Armada Nacional. Allá me enseñaron que para navegar es necesario tener un puerto de destino. Y así uno siempre usa los vientos, inclusive los huracanes, a favor. Siempre los usa para llegar a ese puerto de destino. En cambio, si uno no tiene es puerto de destino, si uno no tiene esa fe, todos los vientos son desfavorables.
Eso lo viví. Si salíamos por la Bahía de Cartagena sin rumbo, como los vientos cambian, siempre estábamos tratando de que las velas se acoplaran a ese viento cambiante. En cambio, si teníamos a dónde ir, un puerto de destino, siempre utilizábamos esos vientos para llegar a ese puerto de destino.
¿”Sin ese apoyo ningún gobernante puede hacer mayor cosa”? Pues para no pretender “hacer una apología de la confesionalidad del Estado”, ni querer “reconocer autoridad civil a ninguna autoridad eclesiástica”, como que sí reconoce autoridad civil a una autoridad eclesiástica. ¿Es que Santos cree que no sabemos leer? O que nos diga: ¿en qué contexto debemos leer esto?
¿”No son poderes separados”? Ahh, bestia, qué manera tan curiosa la del presidente Santos de hacer “explícita la mención de la diferencia en la naturaleza del poder civil y el poder religioso” – ¡diciendo exactamente todo lo contrario!
“Si uno no tiene es puerto de destino, si uno no tiene esa fe, todos los vientos son desfavorables”: señor Santos, ¿en qué contexto hay que leer esto? ¿en qué contexto se justifica que el presidente de un país pretendidamente laico arrastre por el lodo la opción muy personal de ser ateo, ante una audiciencia cristiana sin que eso sea la promoción de una fe?
¿Lo estaremos leyendo lo suficientemente contextualizado, o se encuentra demasiado aislado de la parte en la que Santos confiesa querer gobernar según la Biblia?
Yo le pido a Dios todos los días que me dé esas virtudes que debe tener todo gobernante, que dice la Biblia, eso está inscrito que en una capilla privada que hay allá en Buga, en el techo están las cuatro virtudes que debe tener un buen gobernante, según la Biblia. Dice que debe tener fortaleza, debe tener templanza, debe tener prudencia, mucha prudencia, y debe tener una altísima dosis de paciencia.
Este chorrado de babas como respuesta no tiene presentación – el señor Santos tiene todo el presupuesto de la Nación a su disposición para encontrar a alguien que por lo menos le dé una excusa medianamente respetuosa, ya que al parecer, sigue empeñado en tratarnos como ciudadanos de segunda clase – nuestra indignación tuvo que pasar por un derecho de petición para recibir como respuesta el cliché de la descontextualización (really?), pero si los ciudadanos infectados con sida se ofenden, sin importar si hubo descontextualización o no, a presentar disculpas de inmediato y ante los medios de comunicación.
No es que no nos sobren motivos para no votar por Santos. Al menos le queda la satisfacción de que los charlatanes que dirigen la Misión Carismática Internacional, sus amigotes, ya le aseguraron el voto de sus feligreses.