Ayer vimos cómo un hindú sacrificó a su bebé de ocho meses de vida. El cristianismo juega a algo parecido cuando enaltece al esquizofrénico de Abraham por estar dispuesto a matar a su hijo en nombre de un ser ficticio.
Sobre esto, Christopher Hitchens ya lo dijo todo:
Mis tres encantadores hijos son mi única oportunidad de una segunda vida, o incluso una inmortal. Y les diré algo; si me dijeran que los sacrificara para demostrar mi devoción por Dios y que admire al hombre que dijo: “Sí, MATARÉ A MI NIÑO para mostrar mi amor por Dios”,
yo diría,
No… ¡VETE A LA MIERDA!
¿Queda alguien dispuesto a insistir en que ética es patrimonio de la religión?