La última columna de Ignacio Zuleta Lleras quien firma su columna de El Espectador como Dharmadeva posiblemente sea la más deshonesta que haya escrito este negociante del miedo. Se va contra las semillas transgénicas:
Si el campesino enfrenta el monopolio de las corporaciones y guarda sus semillas «patentadas», se va para la cárcel o paga enormes multas. Estamos en las manos de las multinacionales y de lo que quieran meternos a la boca, a los precios que quieran.
Sí, y también quedarse con automóviles que se alquilan es un delito. El señor Zuleta Lleras haría bien en estudiar la diferencia entre propiedad y usufructo. Sigue su mercadeo del miedo:
Nuestros dirigentes, ciegos codiciosos, optaron por proteger una docena de semillas extranjeras genéticamente modificadas antes que proteger el patrimonio de miles de semillas que habían sido descubiertas o adaptadas y amadas por siglos en América.
…
Y después pretendemos que haya paz en un país que deja a sus cultivadores en la inopia.
Primero, los cultivadores no quedan en la inopia: con los mejores rendimientos de las semillas, pueden conseguir mejores ingresos.
Segundo, esos “dirigentes, ciegos codiciosos” optaron por conceder que haya más comida disponible. Pero claro, que a un blanco occidental, con demasiado tiempo y dinero para desperdiciar, que nunca ha pasado hambre en la vida qué podría importarle. Lo deja muy claro Zuleta Lleras en su columna:
Y esta sacrílega manera de patentar la vida se escuda en la mentira que nos venden de la seguridad alimentaria.
Sí, más personas alimentadas es seguridad alimentaria. Lo que se patenta es la investigación y la tecnología, no la vida.
Pero esto son nimiedades, que no podrían importarle menos a alguien que está en el negocio de asustar a las personas y oponerse sistemáticamente al progreso. Después de sus columnas contra la psiquiatría y contra el conocimiento, no esperaba más.
Curioso que El Espectador se dé el lujo de tener a alguien que acusa alegre e impunemente de “matones” a los miembros de una compañía de biotecnología, sin molestarse en ofrecer ni una pequeña evidencia.
**Actualización: Mi amigo Iván se ha fajado un post sobre 9.70, el pseudodocumental que sirvió de inspiración para la deshonesta columna de Dharmadeva.