Paul Tinari, víctima de una circuncisión obligada a sus ocho años, es un intactivsita -activista anticiruncisión- que en una entrevista para Vice contó de qué va la industria de la circuncisión:
Si no hubiera beneficio económico en la circuncisión esta habría sido abandonada hace mucho tiempo. Pero el Dr. Kellogg [un hombre que inventó los Corn Flakes porque pensaba que los “alimentos blandos” pueden “frenar las pasiones” y, al parecer pensó que la circuncisión podía “curar” la masturbación] se dio cuenta de que estaba haciendo una fortuna de circuncidar a los niños, los padres le pagaban para que circuncidara a sus hijos para prevenir la masturbación – así que él enseñó; básicamente, todos los médicos originales en realizar circuncisiones en Estados Unidos fueron entrenados por el Dr. Kellogg. Y hay que darse cuenta de que él sabía lo que estaba haciendo. Él estaba induciendo la disfunción sexual porque no sólo creía que la masturbación era mala, sino que también pensaba que el sexo en sí era degradante. Él abogaba por la castidad, que el sexo era poco saludable como algo malo, por lo que él creía que hacer el pene disfuncional era una buena cosa.
¿Tienes idea de si era circuncidado?
No tengo ni idea. Probablemente se circuncidó él mismo. El tipo estaba tan loco como para hacer eso… En todo caso, la industria creció y descubrió que el prepucio es algo muy útil. En realidad, a partir de la década de 1980 en adelante es que es muy útil para muchos, muchos productos y por tanto el beneficio que se hará de esto es enorme. Así que hay una industria de miles de millones de dólares impulsando que se siga con la circuncisión.
¿De qué tipo de productos estamos hablando? Me asombra pensar que hay un mercado comercial para prepucios.
Los prepucios obtenidos de circuncisiones son utilizados por investigadores bioquímicos y anatómicos para estudiar la piel. Se utilizan para hacer piel para pacientes con quemaduras, para injertos de piel. Se utiliza para cremas antienvejecimiento para la piel… y sigue y sigue.
