Ya que mi última reseña de crítica audiovisual fue hace un buen tiempo, aprovecho para comentar sobre Orphan Black, la nueva y exitosa apuesta de BBC America.
Tras leer la reseña de Orphan Black, sentí que la serie quizá merecía una oportunidad y no me arrepiento en lo absoluto de habérsela concedido.
Como consumidor habitual de series, debo decir que Orphan Black es todo aquello que busco en una serie.
Para empezar, la trama principal está meridianamente clara, lo que de por sí ya la pone adelante de muchos proyectos. Esto, además, se nota en el hecho de que la serie avanza. A diferencia de muchas otras series, esta no tiene ni un solo capítulo de relleno (esos capítulos que se dedican por completo a tramas secundarias y que son una estafa, pues se pierde el ritmo argumental y dejan mucho que decir de sus guionistas). Esto no es nada fácil, mucho menos teniendo en cuenta la temática de la serie (ADVERTENCIA: SPOILERS A PARTIR DE AQUÍ).
El hilo conductor es que Sarah decide asumir la vida de Beth, una policía que es idéntica físicamente a ella y que se suicida en la estación del tren, frente a sus ojos, durante un encuentro más que fortuito. A partir de ahí, descubrimos que Sarah y Beth son clones, que hay alguien intentando matarlas, alguien vigilándolas y la Policía viene cerrando el cerco sobre ellas. Y consiguen aumentar el misterio capítulo a capítulo, sin revelar toda la sorpresa de una vez.
No se puede dejar por fuera la genialidad de los guionistas. ¡Son como pequeños Tarantinos! Los diálogos están muy bien construidos y las secuencias son fáciles de digerir – no hay elementos pesados, ni de una densidad incomprensible, se transmite lo justo y necesario. Además, es digno de admirar que a pesar del tema (resultado de la mezcla de ciencia ficción con thriller), supieron hacer una propuesta que evita los clichés. En cada capítulo hay un avance espectacular, y además, se presentan situaciones bastante familiares para la pantalla, pero que son resueltas de manera original y coherente.
A esto hay que sumarle la actuación de Tatiana Maslany y los personajes a los que les da vida. Ella prácticamente hace todos los papeles femeninos de la serie y tiene la facilidad de saber transmitir cada personaje sin rastros del otro (¡incluso en las escenas de sexo!), y cuando uno de sus personajes tiene que hacerse pasar por el otro, la versatilidad de Maslany consigue transmitirle eso a la audiencia, lo que es digno de admirar. Más aún, hay que resaltar la capacidad del equipo de crear un personaje principal femenino no estúpido; que es algo que desanima bastante de muchas otras propuestas. No en Orphan Black, cuyo personaje es particularmente ingenioso.
Todo esto viene acompañado con la creación de situaciones extrañas y de un humor negro fino, que siempre viene de la mano de Felix, el hermano gay de Sarah, que además de ser su compañero de confianza, tiene los comentarios más cómicos e irreverentes de la serie. Aunque él no es el único. Si algo caracteriza a Orphan Black es que sus personajes tienen profundidad, desde el Paul -el novio de Beth, con su pasado oscuro en Afganistán- hasta Vic -el exnovio de Sarah-, pasando por Delphine -la francesa que que seduce a Cosima- y Olivier, el tipo que se mandó poner una cola.
Básicamente eso es todo lo que hay por decir de la primera temporada y sólo queda esperar que en la segunda temporada (de la que ya hay datos) sea tan buena como estos primeros 10 capítulos de absoluta calidad, entrega y respeto para con la audiencia.