Si creyeron que el falso estudio de Séralini sería el último intento deshonesto de la industria ‘orgánica’ y naturista de difamar y desacreditar los transgénicos, se equivocaron.
Ya está aquí un nuevo estudio prefabricado, listo para consumo, que culpa al maíz transgénico de causar mayor inflamación estomacal:
Se seleccionó un grupo aleatorio de cerdos, con igual cantidad de machos y hembras, y se los alimentó con soya y el maíz genéticamente modificado. A su vez a otro grupo se le dio alimentación normal.
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Lo que se detectó fue una mayor tasa de inflamación severa del estómago, equivalente a un 32% frente a un 12%.
El estudio, A long-term toxicology study on pigs fed a combined genetically modified (GM) soy and GM maize diet, fue publicado en el Journal of Organic Systems, que no aparece en PubMed (o sea que no es relevante para la comunidad científica) y entre cuyos patrocinadores se encuentra la Organic Federation of Australia, lo que hace dudar ya de su independencia.
El ‘estudio’, además, fue dirigido por una tal Judy Carman, una ‘activista’ antitransgénica apoyada por el ya mencionado infame Gilles-Eric Séralini. Ella es miembro fundadora del consejo asesor científico de la Sustainable Food Trust. La Sustainable Food Trust fue la empresa del Reino Unido creada por el exlobbista ‘orgánico’ Patrick Holden que le dio a los medios el ya también mencionado fraudulento panfleto de Séralini.
Entre los coautores del ‘estudio’ de Carman se encuentran Howard Vlieger, quien en el pasado ha hecho afirmaciones antitransgénicas salvajemente falsas. Vlieger es presidente y cofundador de Verity Farms, una empresa de “alimentos naturales” de Estados Unidos que comercializa granos no-transgénicos. A pesar de esto, el documento afirma que los autores no tienen conflictos de intereses.
Ahora veamos la financiación. El ‘paper‘ señala que la financiación provino de Verity Farms, la empresa de productos naturales ya mencionada. Carman y sus colegas también están financiados por y asociados con el Health and Environmental Research Institute, entidad australiana sin ánimo de lucro, dedicada por completo a la propaganda antitransgénica.
¿Acaso no dicen y se quejan los antitransgénicos precisamente de los estudios con conclusiones preestablecidas, encargados por las empresas y los conflictos de intereses que surgen de ellos? Bueno, pues aquí tienen para que se quejen de esta práctica corporativa.
Pasemos al ‘estudio’. Mark Lynas llevó a cabo un análisis del mismo, del que cabe destacar varias cosas.
Evidentemente, todos los animales estaban en muy mal estado de salud – la mortalidad de los cerdos se reporta entre un 13% y un 14% tanto en los grupos alimentados con transgénicos como en los alimentados con no-transgénicos, algo que afirman que está “dentro de las tasas esperadas de granjas porcinas comerciales de Estados Unidos”, una declaración vaga que pretende justificar lo que parece haber sido normas inadecuadas de cría.
Este panorama es aún más crudo en los datos presentados en la Tabla 3. El 15% de los cerdos alimentados con no transgénicos tenía anormalidades del corazón, mientras que sólo el 6% de los cerdos alimentados con transgénicos las tenía. Del mismo modo, el doble de cerdos no transgénicos como los transgénicos tenían problemas de hígado.
[A]delantamos a las inflamaciones estomacales. Aquí es donde Carman et al consiguieron su titular. Como informó Reuters:
“Pero los cerdos que consumieron la dieta transgénica tuvieron una tasa más alta de inflamación estomacal – 32 por ciento de los cerdos alimentados con transgénicos en comparación con el 12 por ciento de cerdos alimentados con no-transgénicos. La inflamación fue peor en los machos alimentados con transgénicos en comparación con los machos alimentados con no-transgénicos por un factor de 4,0, y las hembras alimentadas con transgénicos en comparación con las hembrasalimentado con no-transgénicos por un factor de 2,2”.
Esta una pesca estadística de lo más atroz, y me gustaría poner el dinero en que el resumen anterior de Reuters fue puesto casi textualmente de un comunicado de prensa escrito por Carman et al. La Tabla 3 en realidad muestra que muchos más cerdos alimentados con alimento no-transgénico tuvieron inflamaciones de estómago que aquellos con alimento transgénico. Así que 31 cerdos con no-transgénicos tuvieron inflamación “leve”, mientras que sólo 23 cerdos de transgénicos la tuvieron. Para la inflamación “moderada”, una dieta transgénica parecía volver a ser beneficiosa: 29 cerdos con no-transgénicos tuvieron inflamación moderada del estómago, mientras que 18 con, la tuvieron. Así que eso es 40% vs 25%. ¿Acaso Carman et al realizaron una prueba de significación estadística para ver si los alimentos transgénicos tienen tiene un efecto protector sobre los estómagos de los cerdos? Por supuesto que no – ese no es el resultado que buscan. Se omiten estos hallazgos.
En cambio, es la siguiente línea de datos con la que juegan: para la inflamación “grave” se determinó que la tuvieron nueve cerdos con no-transgénicos, mientras que 23 cerdos alimentados con transgénicos la tuvieron. Shock, horror. Pueden ver inmediatamente cómo los datos están en todas partes a partir de los resultados anteriores, que también excluyen cualquier mecanismo causal con alimentos transgénicos – si los alimentos transgénicos están causando la inflamación grave, ¿por qué está el alimento no-transgénico causando muchas más inflamaciones leves a moderadas? Es claramente una casualidad, y todos los cerdos no están están bien ni sufren problemas estomacales: alrededor del 60% de ambos grupos tuvieron erosión de estómago.
Para más veras, resulta que los autores fueron descuidados con la selección de granos que hicieron, lo que invalida el ‘estudio’ de plano, como nos cuenta Anastasia Bodnar:
El estudio tiene como objetivo probar la diferencia entre cultivos transgénicos y cultivos no transgénicos. Para afinar las diferencias que pudieran ser causadas por los rasgos transgénicos, tendrían que usar alimentos con uno o más rasgos transgénicos y alimentos que no tuvieran los rasgos transgénicos, pero que por lo demás fueran lo más parecido posible. Si los alimentos no son muy similares, entonces no podemos saber si las diferencias en los animales son debido a los rasgos transgénicos o debido a otra cosa.
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Mientras nos dicen las variedades de maíz transgénico y soya, los autores no nos dicen qué variedades de maíz y de soya fueron usadas para la alimentación no transgénica, lo que hace que sea imposible para nosotros saber si son similares o diferentes a las variedades en el alimento transgénico.
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Los autores sostienen que hay varios padres para cada variedad de maíz transgénico y soya, por lo que la elección de una variedad no transgénica que sea genéticamente lo mismo sería muy difícil. Tienen un buen punto, pero hay otras maneras, relativamente fáciles, de minimizar las diferencias entre las dos alimentaciones que no se usaron en este estudio. Por ejemplo, el entorno en el que se cultivan las plantas puede tener un gran efecto sobre las proteínas y otros compuestos producidos por una planta. Por lo tanto, lo mejor sería hacer crecer los cultivos transgénicos y no transgénicos en lo más cercano a condiciones idénticas como fuera posible, con el mismo suelo, el mismo clima, y las mismas prácticas de cultivo. También sería útil si tuvieran el mismo trato en materia de riego, fertilizantes, insecticidas, herbicidas y otros insumos. Dado que no sabemos nada de las granjas en las que los cultivos transgénicos y no transgénicos fueron cultivados, no sabemos cuán similares o diferentes podrían haber sido.
Para completar, los autores mostraron no tener ni idea de estadística cuando se apresuraron a publicar los datos de la inflamación estomacal, como señala Andrew Kniss:
Los autores compararon el número de cerdos que cayeron en cada categoría de forma independiente, y no encontraron diferencias entre los grupos de transgénicos y no-transgénicos con respecto a las categorías de ninguna inflamación, inflamación leve o inflamación moderada. Sin embargo, los autores encontraron que había más cerdos con “inflamación severa” en el grupo de alimentados con transgénicos en comparación con el grupo de no-transgénicos. Y esta es la principal conclusión del estudio, que “los cerdos alimentados con transgénicos tuvieron una tasa más alta de inflamación estomacal”.
Pero esta me parece una forma muy extraña de analizar estos datos. Las cuatro categorías de los autores para la clasificación de inflamaciones de estómago son lo que se conoce como datos categóricos ordinales y son muy comunes en la literatura. La forma típica de analizar los datos ordinales es dar valores a cada categoría, y llevar a cabo ya sea un test-t o un test Mann-Whitney (también llamado Wilcoxson). La razón de esto, es que hay una estructura para los datos; es decir, la inflamación leve es peor que ninguna inflamación. Y la grave es peor que las otras tres categorías. Perdemos esa información separándolos para el análisis de la forma en que lo hicieron los autores del estudio con cerdos. Todas las cuatro categorías dan información acerca de inflamaciones de estómago, y si nos fijamos únicamente en inflamaciones “graves”, perdemos la información adicional que las otras categorías proporcionan. Un análisis adecuado incluiría la estructura de estos datos.
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Si tuviera que haber analizado estos datos usando las técnicas estadísticas que me enseñaron que eran apropiadas para el tipo de datos, habría concluido que no hubo diferencia estadísticamente significativa en la inflamación de estómago entre los cerdos alimentados con las dos dietas diferentes. Analizar estos datos, de la forma en que lo hicieron los autores hace que parezca como que están tratando de encontrar una diferencia, donde realmente no hay ninguna.
Por si fuera poco, la academia también se pronunció para señalar aún más ‘errores’ del estudio.
El profesor David Spiegelhalter, de Public Understanding of Risk de Cambridge, dijo:
Las conclusiones del estudio en realidad no soportan un análisis estadístico. Los autores se centran en inflamación. de estómago “grave”, pero todas las demás categorías de inflamación en realidad favorecen la dieta transgénica. Así que este enfoque selectivo es científicamente inapropiado.
Cuando se analizan con métodos adecuados, los datos de inflamación de estómago no muestran una asociación estadísticamente estadística con la dieta. También hay otras 19 pruebas estadísticas reportadas, lo que significa que podríamos esperar una asociación significativa sólo por casualidad, y así la aparente diferencia en el peso del útero es probable que sea un falso positivo.
El profesor Patrick Wolfe, profesor de Estadística de la University College London comentó:
No soy un experto en salud animal, cría, toxicología, etc, y por lo tanto no puedo opinar sobre estos aspectos del estudio. Como metodólogo estadístico sin embargo, puedo comentar sobre el análisis de los datos realizado y presentado en el artículo.
El mayor problema es que el estudio no se llevó a cabo para poner a prueba una hipótesis específica. Esto significa que la misma muestra (en este caso cerca de 150 cerdos) está, en efecto, siendo probada continuamente una y otra vez para diferentes resultados.
Las pruebas estadísticas empleadas suponen que se hace una sola prueba para probar una sola hipótesis, preestablecida; de lo contrario los niveles de significación derivados de las pruebas están simplemente equivocados, y pueden ser sobreinterpretados ampliamente.
Por lo tanto existe una probabilidad mayor de la reportada de que los resultados se deban exclusivamente a la casualidad. El número de cerdos que están en los cientos bajos (en lugar de, por ejemplo, los miles, como es a menudo el caso en grandes estudios médicos) puede hacer este efecto aún más prominente.
En pocas palabras: un estudio mejor diseñado habría planteado la hipótesis de un efecto determinado (por ejemplo, cambios en el tamaño del estómago), y luego habría aplicado una prueba estadística únicamente para comprobar esta hipótesis. Tal vez otro equipo independiente de investigadores seguirá por este camino. Hasta entonces, este estudio definitivamente no demuestra que los cerdos alimentados con transgénicos se encuentren en riesgos mayores que los cerdos alimentados con no-transgénicos.
El profesor Tom Sanders, Jefe de la División de Investigación de Ciencias de la Nutrición del Kings College de Londres también dio sus declaraciones:
No se ve como un efecto adverso convincente, ya que fue un hallazgo incidental menor. No hubo diferencias en el crecimiento y las tasas de mortalidad y los cerdos en sacrificio tenían salud similar. También los grupos de la dieta no eran idénticos ya que se habían usado diferentes suplementos. Si no especificas los resultados por lo menos uno de cada 20 saldrá como estadísticamente significativo por juego del azar.
Las probabilidades de los resultados anormales eran bajos. La inflamación gástrica a menudo se debe a las infecciones y el peso del útero puede estar influido por factores tales como la tasa de aumento de peso. El número de cerdos con inflamación leve a severa no hizo diferencia entre los grupos con 69/73 que muestra la inflamación en el grupo de control y 64/79. Los autores imprudentemente han puesto de relieve las diferencias en el número con inflamación severa. Parece poco probable que los efectos observados estuvieran relacionados con el tratamiento.
Eso debería ser suficiente para despejar cualquier inquietud… y para despojar a Lucy Carman de cualquier credibilidad y credencial científica que todavía le quede.