El papa Francisco instó a una reforma financiera que ayude a los pobres:
El papa animó a los expertos financieros y a los líderes gubernamentales de sus países a considerar las palabras de San Juan Crisóstomo: “No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles sus vidas”.
E instó a los embajadores a realizar una reforma financiera que sea ética y, a su vez que comporte una reforma económica saludable para todos.
Y clamó: “¡El dinero debe servir y no gobernar!. El papa ama a todos, ricos y pobres; pero el papa tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promoverlos”.
Lo de entrometerse y decirle a los jefes de estado cómo manejar sus finanzas se ve chupiguay. ¡Juguemos a eso!
A ver, señor Bergoglio, aquí hay una idea: que los creyentes, donen el diezmo a ONGs de caridad en vez de darlo a la Iglesia.
Y otra idea: que la Iglesia le pague a las familias de monaguillos que han sido violados por sus sacerdotes – no suelen ser familias pudientes.
Y una más: que la Iglesia renuncie a estar exenta de impuestos, demostrando gratitud con los países en donde se les permite divulgar sus dogmas.