Bueno, tenemos algo que celebrar:
Este lunes se reunieron en la biblioteca del Vaticano, durante 15 minutos, el presidente Juan Manuel Santos con el recién posesionado papa Francisco, quien rechazó la invitación a Colombia pero respaldó los diálogos de paz.
Y no me malinterpreten – no es que me oponga a que las celebridades vengan de gira por el país, sino que no quiero que el fruto de mi trabajo se destine a la promoción de ninguna religión.
Y al papa Francisco no se le da reducir su opulento tren de vida ni bajarle sus lujitos, como lo está aprendiendo Brasil, que tendrá que poner 59 millones de dólares para pagar por la visita del Pontífice.
Menos mal este es el Papa de los pobres; no es como si cualquier país latinoamericano pudiera ayudar mucho más a reducir la pobreza destinando esos 59 millones de dólares a programas sociales – es que así se las gastan los seguidores de Francisco de Asís.