Prácticamente todos los defensores del proceso de ‘paz’ con las Farc han cuestionado que se llegue a equiparar la justicia transicional con la impunidad.
Muy bien, yo puedo no jugar a eso.
En primer lugar, puedo hacerlo porque hay muchos más y muy buenos motivos para oponerse a negociar nada con las Farc. El problema es que así mientras yo sí puedo dejar de hacer la equivalencia entre justicia transicional e impunidad, los que impulsan el proceso de ‘paz’ no pueden dejar de hacer equivalencias similares que favorecen su utópica agenda política de ‘paz’.
Por ejemplo, ya uno no puede oponerse al proceso de paz sin que lo etiqueten como “enemigo de la paz“, o peor aún, que lo gradúen a uno de uribista, que viene acompañado con la ubicación en la derecha.
Es hora de que a los opositores legítimos del proceso de paz, que carecemos de una agenda política, nos tomen en cuenta y empiecen a darle la relevancia a nuestros argumentos. Desecharlos, sobre las bases de que somos “enemigos de la paz” o que somos de derecha (claro, porque Juan Manuel Santos y los cabecillas terroristas son de izquierda, ¡obviamente!) sólo es cerrar las filas y creer que todo es perfecto – una actitud muy poco dialogadora, impensable de alguien que pretende resolverlo todo mediante el diálogo.
Y si creen que somos agitadores guerreristas, ¿acaso no merecemos que también dialoguen con nosotros? ¿Qué es lo peor que podría pasar, que se den cuenta de que están cometiendo una equivocación? ¿Y no es preferible que se den cuenta de eso ya?
