A todos los que creen que “los medios nos manipulan“ y demás chorradas ofensivas sobre nuestra total ausencia de capacidades críticas en la recepción de mensajes se les acaba de complicar un poco más su farsa conspiranóica.
Un estudio sobre cómo valoramos la música, (Salimpoor et al) midió las distintas apreciaciones que hacemos de diferentes estímulos musicales, con grados de recompensa variables:
Usamos imágenes de resonancia magnética para investigar los procesos neuronales cuando la música gana valor de recompensa la primera vez que es escuchada. El grado de actividad en las regiones estriatales mesolímbicas, en especial el núcleo accumbens, durante la audición musical fue el mejor factor predictivo de la cantidad de oyentes que estaban dispuestos a gastar en música previamente desconocida en un paradigma de subasta. Es importante destacar que las cortezas auditivas, la amígdala y las regiones ventromediales prefrontales mostraron una mayor actividad durante las condiciones de escucha que requerían valoración, pero no predijeron el valor de recompensa, que fue previsto en cambio mediante el incremento de la conectividad funcional de estas regiones con el núcleo accumbens a medida que el valor de recompensa aumentaba. Por lo tanto, las recompensas estéticas surgen de la interacción entre el circuito de recompensa mesolímbico y las redes corticales implicadas en el análisis de la percepción y la valoración.
Y no es de extrañar, ya que los distintos mensajes que recibimos todos los días a través de todos nuestros sentidos, pasan por un proceso de recepción similar (sí, también la publicidad y las narconovelas), y la valoración que hacemos de ellos depende, al igual que nuestros gustos, de varios factores como las experiencias, la familia, el sentido de moralidad y la clase social.
Simplemente no tiene sentido decir que los medios nos manipulan, como no lo tiene decir que la música es de alguna forma responsable de nuestras acciones. Si vuelven a leer, verán que el estudio midió la disposición a comprar la música y no la decisión de comprarla.