La muerte de Hugo Chávez está siendo capitalizada astronómicamente por Nicolás Maduro, sucesor del Comandante.
Y como todo buen demagogo, el proseltismo religioso hace parte de la agenda. Ahora que Maduro comparó a Chávez con Jesús, la Iglesia y los medios protestaron por dicho ‘abuso’:
Para algunos voceros de la Iglesia católica, estas comparaciones de Hugo Chávez son ofensivas con la imagen de Jesús.
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Para monseñor Pérez Morales, se trata de un discurso planificado que, más allá de irrespetar a la Iglesia católica, busca manipular a la población, aprovechándose de sus creencias.
Por supuesto que busca aprovecharse de las creencias de la gente, ¡de eso se trata!, que no es algo que le haya incomodado mucho a la Iglesia, ni a los medios cuando lo hacen otros políticos como Juan Manuel Santos, Gustavo Petro o Álvaro Uribe Vélez.
Por otra parte, si lo miramos detenidamente, Chávez sí se pareció a Jesús, más de lo que a la Iglesia o a los medios les gustaría reconocer.
Ambos tuvieron un complejo mesiánico, producto del cual creyeron ser “el camino, la verdad y la vida”.
Tanto Jesús como Hugo pretendieron la condena por delitos del pensamiento (condenar a alguien por su opinión) y quisieron que sus ridículas doctrinas se expandieran por el mundo como las plagas que son.
Ambos significaron un serio retroceso y una amenaza para el pensamiento crítico y los valores ilustrados. Mientras Jesús decía que venía a implementar la ley de dios (?), Chávez pretendía desarrollar el proyecto bolivariano (lo que sea que eso signifique), lo que redunda en el desdén por la democracia y sus instituciones.
El desprecio por el conocimiento de ambos dogmas es salvajemente criminal; junto con la implementación del pensamiento único, viene la hostilidad y persecución hacia la disidencia y la crítica.
La pretendida perfección de ambos personajes, es casi calcada. No hay chavista que reconozca error alguno de Chávez, y no hay cristiano que considere que Jesús pudo alguna vez equivocarse.
El sanguinoliento y mortífago gusto por los mártires de sus ‘causas’ son indistinguibles entre el cristianismo y el chavismo.
A pesar de pretender ser la verdad absoluta revelada, sus movimientos se han impuesto más totalmente a través del uso de la fuerza, antes de tomarse la molestia de demostrar por qué el suyo es el camino.
La verdad, a pesar la deshonesta intención con que fueron pronunciadas, las palabras de Maduro no estaban tan equivocadas.