Ciertamente el comercial resulta sexista porque objetifica a los hombres, los representa como carentes de voluntad, los priva de agencia sobre sus vidas.
Sin embargo, yo he decidido no sentirme ofendido por ello y no voy a hacer toda una diatriba sobre cómo Alpina (la empresa que produce Bon Yurt) es una vil herramienta al servicio del ‘matriarcado’, o cualquier otra sandez por el estilo.
Es más – celebro el sutil guiño a la poligamia y la promiscuidad; me parece loable que haya sugerencias de ese tipo en la televisión nacional y la idea subyacente de que las mujeres pueden tener cuantas parejas les plazca al mismo tiempo.
Incluso, si me hubiera molestado, ni en mis sueños más salvajes pretendería que dejaran de anunciar como a bien tengan. Curiosamente, la experiencia nos demuestra que si las cosas fueran al contrario, ese no sería el caso.