En vista de que Formspring está cerrando, exporto la última pregunta que respondí en la plataforma, que preguntaba mi opinión sobre la columna Las ofensas de ‘Tres Caínes’, de un tal Juan Diego Restrepo.
Esta fue mi respuesta:
“Comunistas”, “izquierdistas”, “sindicalistas”, “sociólogos” y “antropólogos” son palabras que se repiten hasta el cansancio y va quedando en la mente del televidente la idea de que son ellos los generadores del conflicto armado en el país.
Esta frase es a la vez, de una condescendencia, un autoderrotismo y una ignorancia monumentales. Por un lado, me gustaría ver evidencia de que lo que se ve en la televisión, y de estos diálogos en particular “van quedando en la mente del televidente”. ¿En serio? ¿Y eso, cómo? ¿Cuándo midieron eso? ¿Hubo grupos de control? ¿Hubo revisión por pares? ¿En que revista académica de amplia trayectoria fue publicado?
Por otra parte, la frase se auto-derrota cuando el mismo autor se da cuenta de que están señalando a ““Comunistas”, “izquierdistas”, “sindicalistas”, “sociólogos” y “antropólogos”” de ser los ‘generadores’ del conflicto. Por esto mismo, resulta condescendiente. El autor es el único que ha caído en cuenta de esto, pero todos los demás son unos pobres descerebrados que no pueden llevar a cabo juicios de valor similares. ¡Gracias salvador!
También resulta reprochable, bajo cualquier punto de vista, que las directivas de la Universidad de Antioquia prestaran las instalaciones para que en su campus se grabaran escenas que dejan en entredicho a sociólogos y antropólogos. ¿Cómo es posible que ingresaran actores, técnicos y todo un dispositivo técnico para grabar allí escenas en cuyos diálogos se irrespeta la academia?
Cada vez más me sorprende la franca oposición que existe entre diversos columnistas a la libertad de expresión, si esa expresión está en franca oposición a sus ideas. ¿Por qué no iba a prestarse la Universidad para que filmen unas escenas? ¿Porque los hacen quedar mal? ¿Ahora sólo están permitidos los discursos políticamente correctos?
Es importante que la Rectoría aclare el asunto porque evidencia una gran contradicción entre el tratamiento dado a la gente de la serie televisiva y a quienes en razón de trabajo y estudio, y acreditados con el carné, tenemos problemas de ingreso si llevamos algún visitante.
Esto tiene un poco más de sentido. Yo no me explico universidades que joden para el ingreso (afortunadamente la mía nunca tuvo ese tipo de políticas) y por otra parte no me explico cómo es que ocurren actos vandálicos y terroristas si en la UdeA son tan conscientes de la seguridad. Algo no están haciendo bien.
Considero inadmisible que la sede del Alma Mater se haya prestado para que desde sus pasillos se promueva, subliminalmente, una nueva estigmatización contra este tipo de disciplinas y quienes la estudian y la ejercen.
Ya sabemos que los mensajes subliminales no existen, por lo que cuestiono muy seriamente este intento de reseña crítica que no hace más sino regodearse en lo mismo que todas las reseñas críticas que se hacen de las series y novelas nacionales. No me explico cómo hay personas que se ganan la vida dedicados a este ejercicio onanista, mediocre e infecundo de criticar “el mensaje” de los programas televisivos, doliéndose como si no hubiera cosas verdaderamente trágicas para quejarse.
¿Era el momento adecuado para emitir la historia de los Castaño Gil? No lo creo.
Y vuelve el sutil llamado a la censura. Los colombianitos siempre van a tener suficientes heridas abiertas y nunca van a estar emocionalmente sanos ni desarrollados para enfrentar mensajes que no les gustan. No hay tal cosa como momentos adecuados para difundir un mensaje (salvo, por supuesto, los arreglos de ley: que no ponga en peligro inminente vidas y que no cause pánico económico).
Y esta pobre sociedad siempre va a ser así de triste y miserable, porque se preocupan por proteger egos, o sentimentalismos, en vez de promover una sociedad que haya desarrollado sus facultades críticas, sepa discernir, castigar en términos de rating y hacerle frente a la ‘dura’ realidad, que una vez se lleva viviendo fuera de la burbuja, no es tan dura.
¿Entorpece, ideológicamente, el proceso de paz que avanza en La Habana, Cuba, con las Farc? Si creo. A través de los diálogos entre los Castaño Gil y sus aliados se refuerzan aquellos imaginarios del “enemigo” que impuso el paramilitarismo y como ha sido expuesto por algunos tratadistas de la guerra, al “enemigo” se le extermina, por lo tanto, se sigue reforzando la idea de la salida militar al conflicto, lo que evitaría consolidar un apoyo masivo a las negociaciones con esta organización guerrillera y, a la postre, impedir la posibilidad de que algunos de sus miembros participen en política.
Ohh, claro, la idea de que los terroristas puedan dictar nuestras leyes es la políticamente correcta, por tanto cualquier mensaje que atente contra ella, de inmediato debe ser censurado. ¿Y con esa paz sueña esta gente? ¿Con una que no resiste ni el más leve cuestionamiento ideológico desde una producción enlatada? Claro, con la corrección política siempre viene la censura, son inseparables.
Ofende, repito, la serie ‘Tres Caínes’ a las víctimas del paramilitarismo.
¿Y? Existe el derecho a ofender y a sentirse ofendidos.
No era la manera de hacer memoria de un conflicto armado e ideológico entre otras razones porque, como advierten los profesores de Sociología de la Universidad de Antioquia, “sigue estando presente en el contexto regional y nacional actual”. ¿Es posible revaluar su continuidad?
Y más censura. Creo que mientras haya mensajes ‘inconvenientes’, cualquier intento por cambiar el “contexto regional y nacional actual”, no serán más que actas con buenas intenciones.
(Por cierto, ahora que ya no va Formspring, pueden seguir haciéndome preguntas en Ask)
(**Actualización: El señor Juan Diego Restrepo volvió a la carga con una carta abierta a Carlos Ardila Lulle, que no es más que una gigantesca falacia de apelar a los sentimientos.)