La renuncia del papa Benny creó una contienda política entre lo más sucio que hay entre la Iglesia Católica -que ya es mucho decir-.
Pues la Red de Sobrevivientes Abusados por Sacerdotes (SNAP) ha creado una lista con las joyitas de los papables:
• El cardenal Angelo Scola (Milán) denuncia la investigación de abuso sexual sacerdotal de los medios como una “humillación inicua“, que parece descartar cualquier posibilidad de mala conducta de la Iglesia.
• El cardenal Marc Ouellet (Quebec) cree que la respuesta de la Iglesia Católica al abuso sexual clerical “podría ser un ejemplo para los demás en la sociedad“. Aunque públicamente llama a las víctimas denunciar, un grupo de víctimas quebequense afirma que ha ignorado sus peticiones para reunirse.
• El cardenal Timothy Dolan (Nueva York) ha protegido a los abusadores, fomentando una mentalidad de culpar a las víctimas, omitiendo el conocimiento de la actividad ilegal, y pagando a los delincuentes para que desaparezcan en silencio.
• El cardenal George Pell (Australia) niega abiertamente los esfuerzos de la Iglesia para encubrir casos de abuso, así como se opone a una Comisión Australiana Real que investigue el abuso sexual clerical.
• El cardenal Peter Turkson (Ghana) insiste en que el abuso sexual no es un problema para los católicos africanos debido al fuerte tabú contra las relaciones homosexuales, lo que implica la creencia de que la homofobia virulenta es la mejor manera de proteger a los niños contra los clérigos que pueden abusar de ellos.
• El cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga (Honduras) llamó al cobertura de los medios del abuso una “caza de brujas” anticatólica y dijo que, si la situación llegaba, él preferiría ir a la cárcel a que sus sacerdotes fueran sujetos de una investigación por parte de las autoridades civiles.
• El cardenal Leonardo Sandri (Argentina) es alguien del Vaticano que se ha relacionado con varias figuras escandalosas, incluyendo al fundador de los Legionarios de Cristo Marcial Maciel Degollado (más tarde acusado de abuso sexual) y Angelo Balducci (una figura central en un escándalo de prostitución gay).
La iglesia ha respondido a la lista diciendo que las opiniones laicas no son vinculantes para ellos.
Ojalá los gobiernos de los países laicos fueran tan cortantes con ellos: sus opiniones no son vinculantes para la política pública.