En la alcaldía de Bogotá, existe la tradición de resolver problemas amputando las libertades individuales de los ciudadanos, lo que he llamado Bogotá Style. Esto siempre pone de relieve el autoritarismo de los burgomaestres y su completa ineptitud para dirigir la ciudad.
Lo han hecho todos los antecesores de Gustavo Petro, y este mismo no ha sido la excepción.
Así, llegamos al primer jueves de febrero, el Día Sin Carro en Bogotá, que es el entorno favorito de los alcaldes bogotanos para cercenar nuestras libertades.
El ejercicio es inútil, como ya había quedado claro desde el año pasado, pues la jornada se hace con la excusa de contaminar menos, pero resulta contraproducente. Lo importante, realmente, no es si se contamina más o menos, sino que es una medida populista (a la gente de esta ciudad le encanta perder sus libertades y arrebatárnoslas a sus vecinos).
Que tengan un buen día, con un transporte público más sobrepoblado, más peligroso, más sucio e antihigiénico y más contaminador que de costumbre. Esto es Bogotá Style.