Hoy cumplimos un año de haber perdido a Christopher Hitchens.
Para conmemorarlo, traduzco sus palabras de cierre del debate que tuvo con William Dembski, cortesía de Why Evolution Is True:
¿Por qué no aceptar esta oferta maravillosa? ¿Por qué no querrías conocer a Shakespeare, por ejemplo? Quiero decir… No sé si realmente creen que cuando uno muere, puede ser reensamblado corpóreamente y tener conversaciones con los autores de épocas anteriores, no es necesario que crean eso en la teología cristiana y tengo que decir que suena como un completo cuento de hadas para mí.
La única razón por la que quiero conocer a Shakespeare, o que incluso querría, es porque puedo encontrarlo en cualquier momento, porque es inmortal en las obras que ha dejado atrás. Si las han leído, conocer al autor es casi seguro que será una decepción. Pero cuando Sócrates fue condenado a muerte por sus investigaciones filosóficas, y por blasfemia, por desafiar a los dioses de la ciudad, y él aceptó su muerte, él dijo, bueno, si tenemos suerte, tal vez voy a ser capaz de mantener conversación con otros grandes pensadores y filósofos y escépticos, también.
En otras palabras, que la discusión sobre lo que es bueno, lo bello, lo noble, lo que es puro y lo que es verdad – siempre podría continuar. ¿Por qué es tan importante? ¿Por qué querría hacer eso? Porque esa es la única conversación que vale la pena tener.
Y si se continúa o no después de mi muerte, no lo sé, pero sí sé que es la conversación que quiero tener mientras estoy vivo.
Lo que significa que, para mí, la oferta de certeza, la oferta de seguridad completa, la oferta de una fe impermeable, que no puede ceder, es una oferta de algo que no vale la pena tener. Quiero vivir mi vida corriendo el riesgo todo el tiempo de que no sé nada lo suficiente todavía, que no he entendido lo suficiente, que no puedo saber lo suficiente, que siempre estoy hambriento operando en la… en los márgenes de una cosecha potencialmente grande de futuros conocimientos y sabiduría. No me gustaría de ninguna otra manera.
Y los exhortaría a mirar a aquellos de ustedes que les dicen, a esas personas que les dicen, a su edad, que están muertos, hasta que crean lo que ellos creen. ¡Qué cosa tan terrible para estarle diciendo a los niños!
Y que sólo se puede vivir al aceptar una autoridad absoluta. No piensen en eso como un regalo. Piensen en ello como un… piensen en ello como un cáliz envenenado. Déjenlo a un lado, por tentador que sea. Tomen el riesgo de pensar por sí mismos.
Mucho más felicidad, verdad, belleza y sabiduría vendrán a ustedes de esa manera.
Gracias.
¡Vaya si ha hecho falta en este año y la hará en los que vengan!