Al parecer El Espectador no es el único medio que desecha la ética y se apresura a ir por los publirreportajes.
Pues Semana está en la misma tónica de promover la anticiencia para ganar y lectores fáciles. Primero cuentan la historia de una tal Bibiana Mesa, que decidió ignorar las estadísticas de su cáncer:
Fue entonces cuando conoció al médico bioenergético Santiago Rojas, y se apoyó en las esencias florales, las vitaminas y la introspección para su batalla a muerte con la enfermedad. Eso sí, sin abandonar su tratamiento con el oncólogo. Bibiana modificó su alimentación, aprendió a meditar y se dedicó a fortalecer cuerpo y mente. Hoy tiene 34 años y es la directora de imagen de una reconocida marca de vestidos de baño.
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Amigos, familiares, grupos de apoyo y algunas páginas web creen tener curas milagrosas pero en algunos casos son solo rumores y no hay evidencia científica que las respalde.
¿Algunos casos? ¿Están de coña? ¡Ningún caso! Se llama ‘medicina’ alternativa o complementaria porque ninguna superó los más básicos estándares científicos que demostraran alguna mejoría tangible.
Y el pésimo reportaje sigue:
Luis Segura, zapatero de 51 años con cáncer de piel, comenzó a tomar la sangre de gallinazo hace tres meses por sugerencia de un colega que le aseguró que hacerlo lo había salvado. “Yo voy a Soacha y por 90.000 pesos me capturan el animalito. Me tengo que tomar la sangre fresca, a veces con vino, y en la casa me hago un caldo con la carne. No sabe muy bien pero vale la pena para llenarme de todas sus defensas. Si se fija el chulo come basura y nunca se enferma”, relata.
El problema es que en el amplio espectro de alternativas distintas a la medicina convencional, hay remedios que lejos de ayudar al paciente entorpecen su recuperación o pueden ser perjudiciales. Ricardo Sánchez, investigador del Instituto Nacional de Cancerología que ha dirigido varios estudios sobre estas terapias, llama la atención sobre los riesgos: “Algunos tratamientos exacerban los efectos secundarios de la quimioterapia y otros, como la vitamina C, hacen que las células tumorosas se vuelvan resistentes. Incluso algunos como el buitre negro americano o chulo tienen residuos tóxicos y metales pesados que pueden intoxicar a quienes lo consumen”.
Una de las cosas que resultan más dolorosamente deshonestas es que confundan el efecto placebo con la medicina:
Sin embargo, no hay que satanizar a todas las terapias. Estudios han demostrado que el yoga, la musicoterapia, los masajes y el reiki evitan el insomnio, mejoran la calidad de vida y disminuyen considerablemente el estrés, la fatiga y el dolor de los pacientes oncológicos. Así mismo, la acupuntura ayuda a combatir las náuseas inducidas por los fármacos. “Cualquier tipo de terapia que tenga un factor psicológico es efectiva. Si el paciente tiene el convencimiento de que va a funcionar, entonces la terapia sirve”, agrega Sánchez.
Nótese que no dicen que estas pseudoterapias funcionen, sino que “mejoran la calidad de vida“. Bonita forma de decir que no funcionan.
Pero no felices con eso, siguieron todo el mantra de falacias del manual de la pseudociencia:
Hay quienes están tan convencidos de la efectividad de este tipo de tratamientos que prefieren seguir únicamente el camino de la medicina alternativa y rechazan los tratamientos convencionales, como lo hizo Alan Furmanski, un economista que venció al cáncer a punta de jugos de frutas y vegetales. En 2006 fue diagnosticado con un tipo muy agresivo de melanoma y le practicaron dos cirugías, pero el cáncer reapareció. Desde ese momento no pisa un hospital y sigue la terapia Gerson, que sugiere consumir 40 kilos de vegetales y frutas semanales, practicarse lavados de colon de café y llevar una dieta vegana.
A estos de Semana les hace falta una buena explicación de conceptos como regresión a la media, remisión espontánea y, aún más importante, apelar a la ignorancia, entre otros. ¿Por qué no dicen más bien cuántos se han muerto con la pseudoterapia Gerson?
Ayudémosles con esto. La acupuntura se ha cargado, por lo menos, a 1184 personas, la homeopatía se ha cobrado, por lo menos 437 vidas. ¿Es que esas vidas valen menos? ¿O es que ya no hacen periodismo basado en hechos?
Para creer en la medicina alternativa se requiere un componente de fe que va más allá de los estudios clínicos y de las pruebas de laboratorio. Es necesario cambiar la concepción de cómo se originan las enfermedades y la forma de abordarlas.
No, curarse no depende de tener la actitud ni las creencias adecuadas. Algunos se curan y otros no. La medicina ha salvado a muchísimas más personas de las que podrían mencionar en el artículo. De hecho, no les alcanzaría ni toda una revista para hacer la lista de las personas que hoy viven gracias a la medicina.
Al que tenga estómago, bien puede leer el resto del artículo, que no es más que la misma propaganda de estos tratamientos mortales que alejan a las personas de verdaderas posibilidades de curarse y, a cambio, les venden humo.
Casposos, que diría SKA-P.
(vía Guillermo Pava)