International Nuclear Services ha conseguido una orden judicial contra nuevas “acciones irresponsables y peligrosas”, de Greenpeace con respecto a sus operaciones.
¿Y por qué? Bueno, digamos que a Greenpeace no le importa poner vidas humanas en riesgo, con tal de seguir con su agenda ludita:
El 23 de septiembre, el Atlantic Osprey llegó al puerto de Nordenham en la costa del mar norte de Alemania llevando ocho elementos combustibles de mezcla de óxidos (MOX) producidos en la planta de Sellafield, en el norte de Inglaterra para su uso en la planta de energía nuclear Grohnde en la Baja Sajonia. A medida que el barco se acercó a Nordenham, los manifestantes de Greenpeace en circundaron el barco en botes y uno de los manifestantes trató de subir a bordo. Una vez descargado en el puerto, el combustible fue trasladado por carretera hasta la central eléctrica.
El INS afirma que los activistas de Greenpeace “pusieron en peligro la segura operación del Atlantic Osprey, poniendo sus propias vidas en riesgo y, creemos, actuaron en desafío del derecho marítimo internacional y la ley alemana”.
“Si bien apoyamos el derecho a la protesta legal y democrática, es también nuestro derecho a llevar a cabo nuestras operaciones de transporte legal, autorizadas y seguras sin interferencia”, dijo el INS.