No es que yo tenga la mejor de las impresiones de la ONU, en lo absoluto. Cada vez me parecen más arrodillados ante el islam y vuelven a darme la razón.
Ahora, tras el asesinato del embajador estadounidense en Libia, Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, ha salido a condenar una película (!):
“Parece que una película odiosa, repugnante, ha suscitado esta violencia. Es vergonzoso sacar provecho del derecho fundamental a la libre expresión para provocar deliberadamente el sectarismo y una efusión de sangre”, alertó. “Es también condenable explotar la cólera, que no hace más que alimentar el ciclo de la recriminación y la violencia ciega”, precisó.
Qué vergüenza de declaración. La ONU fue creada para defender y proteger la civilización, no para que los incivilizados puedan hacer pandillas e imponer a sangre y fuego el respeto de sus supersticiones, cada vez que sus salvajemente susceptibles creencias son cuestionadas, burladas o criticadas.
Yo entiendo que personas que no han tenido una educación, ni acceso al conocimiento científico y todavía vivan en medio de monarquías teocráticas que los mantienen en la inopia no puedan mantener la compostura (y ni espero que sean decentes) cuando alguien dice algo que no les gusta.
¿Pero que la ONU se vaya lanza en ristre contra el discurso ofensivo, el tipo de libertad de expresión que más debería defenderse? Es lamentable.
Estos organismos interestatales se vuelven con bastante facilidad organismos que velan por la reducción de las libertades. Estas actitudes de servilismo ante la barbarie merecen mi completo desprecio.
