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La desgracia de ser un ‘amuleto de la suerte’

En la preparación de las ridículas pócimas pseudocientíficas, suele dársele propiedades mágicas a los órganos de algunos animales. Esto lleva a que, en nombre de tratamientos que no han sido evaluados de manera objetiva ni científica, se cacen muchas especies y se las lleve al borde de la extinción, ¡que hay que vender potingues, que los llevan por toneladas!.

A la caza indiscriminada de rinocerontes, mantarrayas, osos y leones se viene a sumar la pesca indiscriminada de arawanas:

Colombia es plataforma de exportación de la arawana, un pez ornamental, hacia países asiáticos.

Su presencia en hogares de culturas orientales simboliza protección, abundancia y sabiduría. Para el colombiano, sería como tener unos bambúes en casa. Pero no se trata de una planta, sino de un pez ornamental, al que asemejan con el dragón por sus escamas, sus filamentos en el labio inferior y la forma de su lengua, que es un hueso. Este ‘amuleto’ de buena suerte se llama arawana.

En Colombia, la pesca de su especie única, la Osteoglossum ferreirai -arawana azul-, que se da en ríos de la vertiente Orinoco, fue cerrada indefinidamente desde el 22 de diciembre de 2010. La suerte de la Osteoglossum bicirrhosum -arawana plateada-, que habita en la cuenca amazónica, parece ir por el mismo camino.

Pese a la disminución de estas especies en aguas colombianas, el país es uno de sus principales exportadores en el continente. Inquieta a los investigadores que si no se captura en gran medida en Colombia, ¿de dónde sale?
“El mercado sigue pidiéndola, y, para satisfacer esa demanda, empezamos a sacar arawanas del Perú. Todo sale, en el caso de Putumayo, por el aeropuerto de Puerto Leguízamo. No hay vigilancia ni control, no sabemos cuántas están saliendo”, denuncia Usma.

La Dirección de Pesca y Acuicultura del Ministerio de Agricultura y la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap) coinciden en que hay fallas en los controles. “Por ser la arawana un recurso compartido con Perú y Brasil, no se cuenta con mecanismos para diferenciar la procedencia de los ejemplares que se comercializan a través de Colombia. De allí la importancia de trabajos binacionales para que los otros países asuman acciones de control y vigilancia”, señalan.

Y es que si las patas de conejo dieran suerte, ¡los conejos todavía las tendrían puestas y seguirían vivos!

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