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El ateísmo colombiano sigue siendo precario

A causa de una carta en la que un católico lloriquea porque sus amos mentales no son apreciados por todo el mundo, la Revista Arcadia aprovechó para preguntarle a algunos de los personajes menos religiosos del país que si veían con desdén a los crédulos.

Lo triste del artículo es que cita a los mismos de siempre – bueno, y algunas sus respuestas son deprimentes o típicas frases de cajón:

Alexis de Greiff:

Cuando estudié física aprendí que ciencia y religión eran enemigas y que la ciencia también tenía mártires. En el adoctrinamiento intelectual para volverse científico, me mostraron una Iglesia ignorante y dogmática y un Galileo “moderno”, bueno y, sobre todo, víctima.

Héctor Abad Faciolince:

Uno puede sentir algo de desdén intelectual por alguien que cree en los ovnis. La idea de Dios, en cambio, es más refinada y ha ejercido gran fascinación en algunas de las mentes más portentosas de la humanidad, desde Platón, hasta llegar a Aquino, Newton y Pascal. Sentir desdén por ellos es un poco difícil.

Ricardo Silva Romero:

Siempre que alguien recuerda que el físico Niels Bohr tenía una herradura colgada en la puerta “pues me han dicho que dan suerte incluso a los que no creen en ellas”, cada vez que alguien pone a Albert Einstein a repetir su “Dios no juega a los dados con el universo”, pienso que es mejor creer que no creer: que imaginar a un Dios, como un silencio que envuelve a cada quien a su manera y un horizonte en donde la voluntad encara y negocia el destino, sigue siendo inevitable para mí.

Margarita Valencia:

La fe asumida con seriedad y vivida con coherencia me da mucha envidia. La fe esgrimida como un arma cortopunzante me da mucha rabia.

Carlos Gaviria Díaz:

A nadie desconceptúo por sus creencias sino por la forma en que las vive o como razona para sustentarlas. Conozco creyentes de una jerarquía intelectual respetable y ateos de un dogmatismo ordinario.

Lo primero que se me viene a la mente es la pregunta ¿por qué existiendo dos asociaciones ateas legalmente constituidas en el país (Cali y Bogotá), la Revista Arcadia no contactó con ninguna de estas?

Lo segundo es que va siendo hora de darle todo el espacio que le corresponde al ateísmo en el libre mercado de las ideas. Todos los días aparece un libro por creyente y el único libro ateo de colombianos –bastante flojo, por cierto- resultó ser una compilación, al igual que el artículo de Arcadia.

Lo tercero es que esas respuestas dejan mucho que desear: A Galileo le tocó ser creyente porque de no ser así, le habría costado la vida. Su propuesta, que terminó siendo verídica del modelo heliocentrista tan sólo le costó el ostracismo.

Abad, de nuevo, con sus respetos intelectuales por la insensatez, nubla su juicio creyendo que hay refinación en la idea de un amigo imaginario. Olvida con bastante facilidad que para que Aquino pudiera escribir esos desperdiciados ríos de tinta, la Iglesia se encargó de quemar, perseguir, cazar, dar muerte y silenciar a quien se atreviera a disentir u oponerse a las ideas. Seguro que la creencia en OVNIS también se vería refinada si hubiera habido una Inquisición a su favor… con la abismal diferencia de que existen muchos casos en los que hay objetos voladores que los observadores no son capaces de identificar (que por supuesto no es lo mismo que decir platillos voladores ni naves extraterrestres, sino que a veces, sin tener los equipos necesarios, no se puede identificar un objeto volador).

Lo de Silva Romero también deja mucho que desear. ¿Qué es lo que es mejor? ¿Tener creencias irracionales, no soportadas por la evidencia? ¿Hacer parte de un delirio masivo? ¿Basar el actuar de su vida en ridiculeces?

Según su respuesta, parece que Margarita Valencia no tiene la menor idea de cómo funciona la fe. Ella dice admirar la fe “asumida con seriedad y vivida con coherencia”, pero que le da rabia cuando es “esgrimida como un arma cortopunzante”. Señora Valencia, le tengo una noticia: por lo general suelen ir de la mano. Cuanta más seriedad y ‘coherencia’ -si se le puede llamar así a creer en algo sin evidencias- se tiene en una fe, más aumenta la probabilidad de que sea utilizada como un arma cortopunzante. Los tipos del 11-S se tomaban más seriamente su fe de lo que cualquier cristiano que yo haya conocido en persona. Lo mismo podemos decir de los homófobos que sostienen la Biblia en una mano, mientras se oponen a la igualdad de derechos de los homosexuales, por no mencionar a los que pretenden quitarle a las mujeres sus derechos sexuales y reproductivos, equiparando el legrado con el asesinato de una persona ya nacida.

Y ni siquiera empecemos con Carlos Gaviria.

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