Saúl Quintero fue un sanguinario guerrillero que azotó el departamento del Huila, como parte del grupo armado al margen de la ley ‘Los pájaros’.
Quintero murió y sus restos se encuentran en el Cementerio Central de Neiva, donde son visitados por un montón de gente que va para pedirle favores. Su ‘leyenda‘ vive:
Devuelve seres amados, cura enfermedades, alienta leprosos, levanta negocios y hasta destruye enemigos. El precio: un par de oraciones con promesa incluida, cuenta William Barreiro, administrador del campo santo. “Con magia blanca o negra pero sirve, según la gente”, añade.
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Recibe diariamente entre 15 y 40 visitas. Llevan hasta niños y soban sus pies en el tronco del árbol que cubre la bóveda para que caminen pronto. Ancianos y mujeres son sus principales fieles.
¡Superstición a cascoporro!
Y esta es la guinda del pastel:
‘El Pájaro’ es más admirado que Reynaldo Matiz, el primer sindicalista del país, periodista y quien llevó el hielo al sur del país. Es su vecino de sepultura. A él nadie lo visita y su tumba se cae a pedazos.
La fiel representación de Colombia: al asesino se le monta un culto, y al progresista se le condena al olvido.