Blog // La ‘maldición’ de la La Profecía

La ‘maldición’ de la La Profecía

En mi trabajo tengo a Andrés Hoyos, el periodista cultural de cine de El Tiempo, al lado mío, así que en ocasiones nos ponemos a hablar de películas, géneros, directores, estrenos, arcos narrativos y demás.

Y ya que él es un aficinado al gore y al terror, terminamos hablando de La profecía o The Omen. De repente, Andrés (o el Master, como le decimos) me mencionó la supuesta maldición de La profecía:

Al igual que muchas otras películas de terror de la época, hay muchos rumores de una maldición que rodea la realización de La profecía.

Vuelos separados, tanto el del actor Gregory Peck como el del productor ejecutivo Mace Neufeld, fueron alcanzados por un rayo durante el vuelo entre los EEUU e Inglaterra, y el productor Harvey Bernhard casi fue alcanzado por un rayo en Roma. Un restaurante en el que Neufeld y Peck iban a comer en Inglaterra fue bombardeado por el IRA.

Un avión contratado por el estudio para tomar fotografías aéreas en Israel fue cambiado en el último momento por la compañía aérea, y los clientes que tomaron el avión original fueron todos muertos cuando se estrelló en el despegue. Algún tiempo después, un empleado del zoológico que estaba ayudando en el estudio con el manejo de animales fue atacado y devorado por leones. Después de trabajar en La profecía, el doble Alf Joint pasó a trabajar en A Bridge Too Far, donde sintió que fue empujado desde un edificio durante un truco que salió mal.

El viernes 13 de agosto de 1976, el artista de efectos especiales John Richardson tuvo un accidente en Holanda mientras trabajaba en A Bridge Too Far, también justo después de que el trabajo en La profecía terminara. Menos de un año después de diseñar las muertes de La profecía, el coche de Richardson estuvo involucrado en un grave accidente que causó la muerte y decapitó a su compañera, de una manera similar a la muerte de David Warner en La profecía. Se rumora que al tropiezo de su coche, vio un cartel que decía que estaba a 66,6 kilómetros de la ciudad de Ommen.

Al leer eso, me acordé del artículo de Luis Alfonso Gámez en el que desechó las estúpidas maldiciones de los Kennedy y Terminator: “Ya las maldiciones no son lo que eran: ahora vale cualquier cosa, hasta que te pillen conduciendo borrracho y drogado“. O en su defecto: que casi los coja un rayo, o que llegando a Inglaterra los aviones sean tocados en ocasiones por estos enviados de Zeus.

O, ya llevando esto de la maldición más allá, que la tripulación de un avión que no fue el que tomó las fotos aéreas se estrellara al despegar. O que a un doble de acción no le salga un truco a la primera… porque en los sets de grabación nuuuunca ocurre un accidente. Ya puestos, podemos decir que si los padres de los actores se murieron, probablemente también se deba a la maldición y no por el hecho de que son humanos y no pueden vivir para siempre.

Todos sabemos que la única maldición real fue la del tipo que cuidaba animales de zoológico y fue devorado por leones. Al fin y al cabo, ¿cuál era la probabilidad de que alguien que cuida animales salvajes, carnívoros, encerrados y posiblemente subalimentados sirviera de tentempié para los felinos?

Y lo de Richardson sí que es una completa sandez. La muerte de David Warner en La profecía fue cuando el freno de mano de un vehículo de carga que estaba sobre una rampa se soltó, y que se fue directamente contra el personaje. Por acción de la inercia, el vidrio que llevaba el pequeño camión en la parte de atrás decapita al personaje, que es tomado completamente por sorpresa.

La muerte de Liz Moore, la asistente de Richardson, en un accidente de tráfico no se parece en nada a la puesta en escena de La profecía:

En unos minutos estará muerta, cortada por la mitad cuando la rueda delantera del coche atraviese el chasis directo hacia el asiento del pasajero.

¿Y la rampa? ¿Y el freno de mano que deja de funcionar misteriosamente? No. A diario ocurren millones de accidentes en todo el mundo. ¿Por qué iba a ser diferente un viernes 13? Lo extraño sería si fuera una fecha en la que no ocurriera ningún accidente. ¿Porque quien dijo que manejar es una actividad de riesgo? ¡Si es tan seguro como el ajedrez!

Sin embargo, a pesar de que estas amañadas coincidencias son sólo eso, coincidencias narradas con una perspectiva apocalíptica, a la película le hicieron un remake que fue estrenado el seis de junio del 2006 (06.06.06).

Y por supuesto, no pudieron dejarla ir sin tener que adjudicarle todo lo malo o raro que pasaba a la maldición:

El director John Moore gastó un día rodando el personaje de Liev Schreiber descubriendo la misteriosa marca de nacimiento en el engendro diabólico de su hijo – sólo para que las imágenes desaparecieran luego. El cineasta dice: “Un día rodamos la escena donde el personaje Thorne (Schreiber) corta el pelo del niño y, finalmente, revela la marca de la bestia y se da cuenta que su hijo es el hijo del diablo”. Esa escena también incluía una lucha coreografiada con (el personaje de) Mia Farrow. Fue un duro día de trabajo. Pero de algún modo las escenas se perdieron ya que el laboratorio utilizado para procesar las escenas misteriosamente destruyó 13.500 pies (4.114 metros) de película. Moore añade: “Lo peor de lo que han oído hablar en el laboratorio y el equipo de perder un rollo, es de 400 pies. Los chicos en el laboratorio estaban llorando. No tenían ninguna explicación”.

La explicación es sencilla: ¡las cosas a veces fallan! Pero vaya uno a explicárselo a los que creen ciegamente en estas cosas.

Post Recientes

Loading

Pin It on Pinterest

Share This