Pero tampoco considero que para alcanzar ese reconocimiento, Palestina haga de todo. Por ejemplo, pretenden que Belén sea declarada patrimonio de la humanidad:
De los catorce votos que Palestina necesita para obtener el reconocimiento internacional de la ciudad en que la tradición cristiana sitúa el nacimiento de Jesús, por el momento solo tiene asegurados trece, señalaron fuentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Ramala.
Entre los países que aún no han comprometido su voto a favor de la petición palestina estarían México y Colombia, a los que la OLP ha pedido oficialmente su apoyo sin obtener aún ninguna respuesta más allá de que se está estudiando la decisión.
¡Y Colombia, el País del Sagrado Corazón de Jesús, tiene en sus manos si declarar a Belén como patrimonio de la humanidad!
Eso sí que es una mala idea: los patrimonios de la humanidad no deberían reverenciar el lugar de nacimiento de un ser ficticio, que tras de todo, ha sido la causa de inconmensurable sufrimiento, odio y miseria a lo largo de dos milenios. He ahí una muy buena razón para oponerse.
¿O es que acaso no hemos aprendido absolutamente nada, precisamente del conflicto árabe-israelí, de lo pésima idea que resulta tomar decisiones basados en cuentos de hadas que culturas premodernas y mentes feudales consideran sagradas?