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Y así explotó la burbuja inmobiliaria

Este es el último de una serie de tres posts, en donde extraigo algunos párrafos de Cleptopía de Matt Taibbi para explicar cómo es que de un momento a otro desaparecieron toneladas de dinero y millones de personas alrededor del mundo se vieron en la calle, de la noche a la mañana.

Ya vimos cómo se creó la burbuja inmobiliaria y cómo es que los bancos evadieron las restricciones de préstamos. Ahora vamos a ver cómo explotó la burbuja.

Como recordarán, la unidad de Productos Financieros de AIG estaba a cargo de Joe Cassano, quien aseguraba con CDS cualquier negocio que pasara por su escritorio. Pues por el otro lado estaba Win Neuger:

Pero mientras Cassano se dedicaba a apostar casi medio millón de dólares contra los mayores behemoths de Wall Street, otro enorme agujero se estaba abriendo del otro lado del casco de AIG. Ese lado era el Departamento de Gestión de Valores, liderado por otro bufón egomaníaco de nombre Win Neuger.

La unidad de Neuger se dedicaba al préstamo de valores. Para entender cómo se gana dinero con este negocio hay que entender primero una serie de prácticas elementales de Wall Street, en especial las ventas a corto -la práctica de apostar contra un valor-.

Así es como funciona el invento. Imagina que eres un fondo de inversión y crees que el valor de las acciones de una cierta compañía -llamémosla Bulto Internacional- va a caer. ¿Cómo ganas dinero con esa información?

Primero, llamas a un prestamista de valores, alguien como, pongamos como ejemplo Win Neuger, y le preguntas que si tiene acciones de Bulto Internacional. Neuger te dice que sí tiene, todas las que tú quieras. Tú entonces le pides prestadas mil acciones de Bulto Internacional, que ese día cotizan, por ejemplo, a 10 dólares. Así que eso son 10.000 dólares en acciones.

Ahora, para que Neuger te “preste” esas acciones le tienes que pagar una comisión en efectivo. Po las molestias, Neuger tiene que obtener un pequeño beneficio, normalmente un 1 ó 2% del valor real de las acciones. Así que en lugar de mandarle a Neuger 10.000 dólares, pongamos que le mandes 10.200.

A continuación tú coges esas mil acciones de Bulto Internacional, vas al mercado y las vendes a su precio de cotización. Así que tienes otra vez 10.000 dólares en efectivo. Y te sientas a esperar a que esas acciones bajen de precio. Pongamos que un mes más tarde, Bulto Internacional ya no cotiza a 10 dólares por acción, sino a 7,5. Tú vas y compras mil acciones de la compañía por 7.500 dólares. Entonces es cuando vuelves a Win Neuger y le devuelves las acciones que habías tomado prestadas; él te devuelve tus 10.000 dólares y se queda con las acciones. Y tú acabas de ganar 2.500 dólares por la caída de Bulto Internacional, menos los 200 que le habías pagado a Neuger. Así funcionan las ventas a corto, aunque hay cientos de pequeños matices.

En todo caso, el modelo de negocio es bastante sencillo para el vendedor a corto. Identificas los valores que crees que bajarán de valor, pides prestadas enormes cantidades de esas acciones y las vendes, y a continuación compras las mismas acciones una vez que su valor en el mercado se haya desplomado.

¿Pero cómo gana dinero alguien como Neuger, que se dedica a prestar estas acciones? En teoría, de la manera más fácil. El primer paso para ser un prestamista de valores exitoso consiste en tener enormes cantidades de acciones. Y AIG las tenía a mares, a través de sus aseguradoras subsidiarias, sus fondos de pensiones y sus planes de jubilación. Una compañía de seguros, al fin y al cabo, no es más que una firma que coge el dinero del suscriptor de una póliza y lo invierte en valores a largo plazo. Luego se queda con esas montañas de acciones y espera a que se aprecien con el paso de los años. La compañía de seguros gana dinero cuando las acciones que ha comprado con el dinero de su cliente se aprecian tanto a lo largo de muchos años, que, una vez pagadas las reclamaciones de su cliente en el momento debido, todavía queda un beneficio para la compañía.

Es un buen negocio, muy sólido, pero AIG quería ganar más dinero con esas acciones. Así que crearon una compañía que se dedicaba a prestarlas en masa, a vendedores a corto. Desde el punto de vista del prestamista, se supone que el proceso es simple y complementariamente libre de riesgos. Los especuladores que quieren acciones prestadas vienen a ti, y tú ganas dinero en primer lugar porque te pagan esa comisión del 1 ó 2% (llamada general collateral o GC). Tú prestas mil acciones, pero ellos te dan el 102% de lo que cuestan esas acciones -ese 2% extra es la tasa GC, que tú ganas sin hacer nada, simplemente por tener cantidades enormes de acciones que prestar-.

Así que de pronto te encuentras con un montón de dinero en efectivo y no tienes ni idea de cuándo te van a devolver todas esas acciones que has prestado: puede ocurrir en cualquier momento, se supone que en un futuro cercano. Así que pongamos que el Prestatario A se lleva mil acciones tuyas de Bulto Internacional y te paga 10.000 dólares como garantía. Tú tienes que estar preparado para que te devuelva esas mil acciones, y para devolverle tú a él su dinero, en cualquier momento. Por esa razón, lo lógico es que inviertas ese dinero en algo que no implique ningún riesgo, y desde luego no vas a invertirlo en nada a largo plazo. Porque después de todo, ¿para qué arriesgarse? Tomas el dinero, lo inviertes en bonos del Tesoro, te sientas a dormir la siesta y ganas un buen dinero sin hacer nada, libre de todo riesgo.

Lo que hizo Neuger fue coger ese fondo de garantías e invertirlo en… ¡valores respaldados por hipotecas residenciales! En otras palabras, Neuger cogió el dinero y lo sumergió en los productos ultraarriesgados, calificados con una triple-A-que-no-era-en-realidad-triple-A, que banqueros como Andy estaban ensamblando por toneladas gracias a la explosión demencial del crédito hipotecario.

Así que dentro de AIG, en los años previos al colapso total de la burbuja inmobiliaria, había dos enormes operaciones funcionando que dependían por completo de que esa burbuja demencial continuara inflándose indefinidamente. Por un lado, Joe Cassano estaba vendiendo miles de millones de dólares en seguros de impago CDS a bancos como Goldman o Deutsche Bank sin tener dinero con el que cubrir esas obligaciones. Por el otro, Win Neuger estaba prestando miles de millones en acciones más o menos a los mismos clientes, y a continuación invertía los fondos que le pagaban en valores hipotecarios tóxicos de seguridad mínima y máxima rigidez.

Que esta burbuja con esquema Ponzi incluido explotara sólo era cuestión de tiempo. Y ese momento llegó cuando los clientes se dieron cuenta de lo que AIG estaba haciendo con su dinero.

Cuando todos los clientes sacaron su dinero al tiempo, AIG colapsó, por supuesto. Este colapso se vio acelerado por las intransigentes exigencias de Goldman Sachs que sabía que AIG no podía cumplir.

Y esto no tendría ninguna importancia, de no ser porque, como ya se dijo, AIG era una empresa de seguros y fondos de pensiones, y el rescate que el gobierno tuvo que hacer, fue para que millones de sus ciudadanos (tomados como rehén por Goldman Sachs, apuntándoles a la cabeza) no perdieran los ahorros de todas sus vidas.

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