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Klaus Ziegler entiende la oración

Klaus Ziegler sigue cultivando mi admiración por su forma de pensar y sus columnas. De hecho me molesta un poco que no haya abundante información sobre él en Internet.

En todo caso, en su columna de esta semana ha despachado el rezo y la oración como cuando uno le da un pastorejo a una mosca que está en la mano. Aquí hay unos extractos:

Pensemos, a manera de ejercicio lógico, en el caso de un niño a quien haya que extirparle un tumor cerebral para evitarle una muerte atroz. Digamos que un médico vecino es el único que puede salvarlo, pero accede a operarlo solo si los padres lo imploran de rodillas. ¿Cómo juzgaríamos las calidades morales de este individuo? Y, ¿qué pensaríamos si a cambio de sus servicios exigiera expiaciones o penitencias? Incluso bajo la imperfecta ética humana, juzgaríamos que cualquiera en su condición estaría en la obligación moral de ayudarlo, y que negarse a hacerlo sería inhumano.

Otro aspecto absurdo de la plegaria es la insistencia en la petición. La oración es un ruego insistente que se repite una y otra vez, una súplica que recuerda la manera de implorar piedad a los tiranos en épocas pretéritas y bárbaras. El devoto imagina que es posible quebrantar la voluntad de Dios si le ruega hasta el cansancio. Cree que es posible doblegarlo si “agota Su paciencia”, una presunción imposible, pues semejante consideración implicaría disminuir al Ser Superior hasta lo más bajo de nuestra imperfecta condición humana.

Se trata de analizar si los atributos de omnisciencia, omnipotencia y bondad son compatibles con la oración, o de manera más general, si son congruentes con la visión antropomorfa del Dios judeo cristiano de la Biblia, el mismo que no dudó en escuchar las oraciones del capellán William Dwney, quien minutos antes de que el Enola Gay emprendiera su misión genocida sobre Hiroshima invitó a esta plegaria: “Padre todopoderoso, que escuchas los ruegos de quienes te aman, te pedimos que asistas a los que se aventurarán en las alturas del cielo y se adentrarán en las líneas enemigas. Que quieras guiarles y protegerles…”. Ese mismo Dios, a quien solo por este hecho yo no podría orarle.

Kudos para Ziegler.

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