El privilegio religioso es la pretensión de algunas personas que creen estar por encima de la ley por el simple hecho de tener una creencia religiosa.
Los crisitanos suelen salirse con la suya cuando intentan aplicarlo, y las minorías religiosas, en vez de oponerse a estas imposturas -que significan su discriminación-, han abrazado ese mismo modus operandi. Los últimos en hacerlo fueron unos amish en Nueva York, que se negaron a instalar detectores de humo en sus casas:
Andy Miller explicó que iría en contra de sus creencias cristianas tener algo tan moderno en sus hogares.
No convenció al juez. Miller y los otros hombres amish fueron multados.
Se negaron a pagar -señalando que ello implicaría que habían aceptado que obedecer las leyes de Dios estaba mal- y ¿cómo puede estar Dios equivocado?
Ellos consideran que si mueren en un incendio durante la noche -y que si sus hijos mueren-, ese es el Plan de dios y por tanto no puede ser cuestionado.
Aquí es donde los ateos militantes señalamos la superstición, una vez más, como un caliz envenenado, sumamente potente, que pone en peligro innecesariamente las vidas de las personas.
La de estupideces que alguien hará por complacer a un amigo imaginario…
(visto en Friendly Atheist)