El caso de Jessica Cediel tuvo muchas repercusiones en la sociedad, especialmente sirvió para poner de manifiesto lo patentemente peligroso que es someterse a tratamientos que no han sido debidamente estudiados y que desconocen o desprecian el método científico.
Ahora resulta que el senador Juan Lozano radicó un proyecto de ley que pretende regular la cirugía estética para evitar más víctimas de la práctica anticientífica de la cirugía estética:
“Conocemos muchos casos de daños severos en la salud de pacientes que han sido sometidos a cirugía estética y de médicos esteticistas, quienes han causado incluso la muerte. Esto evidencia los peligros que se derivan de prácticas malsanas, por cuenta de la ausencia de una regulación adecuada en esta materia”, afirmó.
¿Y qué pasa con las demás prácticas anticientíficas? ¿Por qué se le da un trato privilegiado a las víctimas de la pseudociencia estética?
¿Por qué las ellas son más importantes que las víctimas de la pseudociencia en casos de vida o muerte, cuando los homeópatas recomiendan abandonar los tratamientos científicos? ¿Qué pasa con los que han muerto, o perdido extremidades de manera completamente estúpida por haberle creído a un charlatán en vez de haber ido al médico? ¿No merecen también ellos, y los incautos como ellos, ser amparados y protegidos de la anticiencia y las prácticas que no están sustentadas en la evidencia?
