El Gobierno colombiano no se caracteriza por respetar el medio ambiente ni interesarle su preservación. Es más, todo apunta a que carece de asesores serios (o asesores en lo absoluto) en esta materia.
Así que la lucha por la conservación de los recursos naturales y contra la sobreexplotación es una que debemos asumir los ciudadanos, a falta de Estado.
Pues resulta que los intentos de hacerlo están pésimamente encaminados:
El estado ambiental del sistema andino colombiano atraviesa actualmente una coyuntura que va de la preservación a la sobreexplotación de sus recursos naturales no renovables.
Este es uno de los ejes tratados durante el IV Ciclo de Conferencias de Geografía de Montaña, Andes Sagrados, que se llevó a cabo en el Edificio de Posgrados de Ciencias Humanas, en la UN.
…
El geógrafo de la UN Carlos Andrés Pretelt afirmó que el grupo Geoandes viene trabajando desde 2008 y que adelanta un ciclo anual con temas de montaña. “Para 2012, nos pareció de gran relevancia tratar lo sagrado en el sistema andino colombiano, como la concepción pedagógica del caminar del líder indígena Quintín Lame”, dijo.
Y agregó que el tema de lo sagrado no solo es asunto de las comunidades indígenas y de su cosmogonía y relaciones con la madre tierra, sino que también lo es de todas las comunidades que se relacionan con los Andes.
Así es como no se deben hacer las cosas.
Una discusión seria sobre los recursos naturales no pasaría por los impactos culturales que tenga su explotación. El problema aquí son los recursos y no que los indígenas ya no saben en dónde ir a hacer sacrificios humanos o animales.
Enfocar la problemática en “lo sagrado” y hacer que gire alrededor de ello es un paso en la dirección equivocada, es perder la discusión sin que esta haya empezado.
El problema no es de explotación versus lo sagrado, sino de desarrollo sostenible versus voraz sobreexplotación.