Hace unos meses expliqué por qué no me paso a Barack Obama.
Ahora me cruzo con un artículo que me permite ampliar los motivos por los que desprecio a Barack Obama.
Para ponerlo en términos sencillos, Obama hace que Bush parezca un niño con juguetes en eso de ignorar olímpicamente las libertades civiles:
Bush amplió rápidamente las operaciones encubiertas, creando un sistema de arrestos, interrogatorios y detenciones en la sombra con base en Guantánamo que violaron el derecho internacional y evadieron la supervisión interna. Aunque la Corte Suprema finalmente falló que los detenidos tienen algunos derechos, el precedente de que la Constitución no restringe cómo un presidente lleva a cabo una guerra sin fin contra un enemigo sin estado se plantó con firmeza. En respuesta, grupos como la American Civil Liberties Union propusieron reformas que el presidente electo podía hacer. Lo que pocos previeron era cómo iba a abrazar, ampliar e institucionalizar muchos de los excesos de la guerra contra el terror de Bush.
El presidente Obama ahora tiene el poder que Bush nunca tuvo. En primer lugar puede ordenar (y lo ha hecho) la muerte de ciudadanos estadounidenses en el extranjero que sean considerados terroristas. Al igual que Bush, él ha pedido al Departamento de Justicia que elabore memorandos secretos que autorizan sus acciones sin tener que ir ante un tribunal federal o tener que revelarlos. Obama ha continuado con las detenciones indefinidas en Guantánamo, pero también trajo consigo la política al territorio nacional mediante la firma de la Ley de Autorización de Defensa Nacional del 2012, que autoriza a las fuerzas armadas a arrestar y detener por tiempo indefinido a cualquier sospechoso de auxiliar terroristas, incluso ciudadanos. Esa política, que codifica cómo trató la administración Bush a José Padilla, un ciudadano que fue detenido por un atentado con bomba después de aterrizar en un aeropuerto de Chicago en el 2002 y fue transferido de la custodia civil a la militar, dándole un vuelco a la prohibición del despliegue militar interno de la Ley Posse Comitatus de 1878.
Mientras tanto, más de una década después de los ataques del 11-S, la postura de Washington durante la guerra ha ido degenerando muchos ámbitos de la actividad doméstica – aun cuando algunos expertos en política exterior dicen que el mundo es un lugar mucho más seguro de lo que era hace 20 años, según lo medido por el crecimiento de las economías de libre mercado y los gobiernos democráticos. El cumplimiento de la ley nacional ha sido militarizada – como se ve más visiblemente por las tácticas utilizadas en contra de las protestas de Occupy y también en contra de presuntos inmigrantes ilegales, que son tratados con fuerza bruta y tienen un acceso limitado a la revisión judicial antes de ser deportados.
Una de las mayores violaciones a las libertades civiles de Bush, el espionaje de prácticamente todos los estadounidenses a través de sus telecomunicaciones a partir del 2003, también se ha ampliado. El Congreso autorizó el esfuerzo en el año 2006. Dos años más tarde, le concedió inmunidad legal a las empresas de telecomunicaciones ayudando a Bush – un proyecto de ley votado por Obama. La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) está construyendo el mayor centro de procesamiento de datos que James Bamforth de Wired.com informa que irá más allá del Internet público para tomar los datos, y que también llegará a las redes protegidas por contraseña. El gobierno federal continúa exigiendo que los fabricantes de computadores y los grandes sitios web provean el acceso con fines de vigilancia interna. Más importante aún, la NSA depende cada vez más de las empresas privadas para extraer los datos porque, a diferencia del gobierno, no necesita una orden de allanamiento. La Constitución sólo limita las búsquedas y confiscaciones del gobierno.
El de pie de guerra sin fin del gobierno también se observa en su guerra contra los denunciantes. Obama ha continuado los casos presentados por Bush, como ir contra el “chivato” en la historia de escuchas sin orden judicial denunciadas por el New York Times en el 2005, así como en el caso de WikiLeaks, el enjuiciamiento de Bradley Manning, y otros por la presunta manipulación inadecuada de materiales clasificados relacionados con la guerra contra el terrorismo. Su supresión de la información relacionada con la guerra dada a los periodistas se extiende en el extranjero, donde el Departamento de Estado bloqueó este mes una visa para un crítico paquistaní que hablaría en los EEUU. La Casa Blanca también recientemente presionó al líder de Yemen para que encarcelara al periodista que denunció los ataques con aviones no tripulados de Estados Unidos. Mientras tanto, el gobierno ha puesto trabas a de las solicitudes de la Ley de Libertad de la Información, en particular el Departamento de Justicia, que ha emitido memorandos secretos en tiempos de guerra.
¿Qué tan grave es? Anthony Romero, director ejecutivo de ACLU, exclamó en junio del 2010 que Obama le “daba asco“. Mientras tanto, los funcionarios la línea más dura de la administración de Bush han defendido y elogiado a Obama.
Y a mí también me da asco.
(visto en Dispatches from the Culture Wars)