El columnista más creativamente mentiroso de El Espectador, desde que se fue Ernesto Yamhure, es el hermano de Felipe Zuleta Lleras, Ignacio, un yogui antioccidental, enemigo del progreso y del desarrollo, que firma sus columnas como Dharmadeva.
En su última diatriba contra la sensatez, don Dharma hace un batiburrillo de lo lindo y después de defender la idiotez del buensalvajismo se pone a dar consejos para vivir una vida dizque más sana:
Los consejos más obvios se resumen en simplificar el estilo de vida, buscar más naturaleza y silencio, desintoxicarse el aparato digestivo con ayunos y purgas o técnicas de yoga, utilizar plantas medicinales en vez de medicinas de farmacia, disciplinarse para disminuir las horas de uso de aparatos electrónicos, y su contenido, que estimulan hasta la adicción y causan ‘diarrea mental’, y respetar los ciclos naturales como higiene del sueño. Si no seleccionamos lo que entra por todos los sentidos, otros, pues así se benefician, escogerán lo que nos esclavice, envilezca y contamine.
Pues debo decir que cada vez más me desagrada este señor. Con sus ignorantes columnas llenas de analfabetismo New Age pone semanalmente en riesgo a muchas personas. Por ejemplo, su irresponsable sugerencia de que las personas se alejen de la verdadera medicina y recurran a plantas que no han cumplido con los más elementales estándares científicos o que no han probado su eficacia es imprudente, por decir lo menos.
Lo de la adicción a la tecnología y la “diarrea mental” no podría ser más dolorosamente estúpido de no ser porque es afirmado con toda la seriedad del caso. La tecnología se ha desarrollado para facilitarnos la vida y ofrecernos mejores y más posibilidades. Que recurramos a ella es apenas, si cabe la palabra, natural.
Por último, los delirios conspiranóicos sobre la esclavitud y el envilecimiento son patéticos. Yo selecciono todo lo que entra por mis sentidos y decido si me saturo a través de los mismos o no. Que los demás decidan por mí o que les beneficie lo que yo decida hacer con mi cuerpo es una gilipollez como un castillo.