Ratzinger lo ha hecho de nuevo. Su capacidad para soltar idioteces sin sentido y predicar que tiene alguna especie de moral superior consiguen que regurgite palabras con una frecuencia que envidiaría Ashley Olsen.
Por ejemplo, ahora en su cruzada contra el sexo, se ha despachado contra el turismo sexual, abogando por vacaciones aburridas:
El papa Ratzinger aboga por un turismo distinto, capaz de promover un “verdadero conocimiento recíproco, que nada quite al descanso y a la sana diversión”.
El Obispo de Roma invita a los congresistas reunidos en Cancún a promover una cultura de turismo “ético y responsable”, de modo que llegue a ser respetuoso con la dignidad de las personas y de los pueblos, accesible a todos, justo, sostenible y ecológico.
“El disfrute del tiempo libre y las vacaciones periódicas son una oportunidad, así como un derecho. La Iglesia desea seguir ofreciendo su sincera colaboración, desde el ámbito que le es propio, para hacer que este derecho sea una realidad para todos los seres humanos, especialmente para los colectivos más desfavorecidos”, asegura.
Chiste es cuando un tipo que dirige una multinacional que se opone a la igualdad de derechos de las mujeres y los homosexuales dice que quiere garantizar los derechos de los colectivos más desfavorecidos. Por supuesto, siempre y cuando se vuelvan célibes.
El experimento de sus depravados lacayos vírgenes que violan monaguillos es una razón de peso para no hacerle caso a este psicópata delirante.